FUERA LAS MINERAS DE LA
ISLA DE SANTO DOMINGO.
Las mineras dejaran a largo plazo a los ecos
sistemas de la isla de Santo Domingo, daños ecológicos irreparables que no serán
compensados con las migajas que dejan al país.
Desde Loma siete Picos
en Yamasa, Pueblo Viejo en Cotuí, Loma Mala, Loma Miranda, toda la cordillera central, San Cristóbal,
San Juan, hasta Restauración han sido cedidas en concesiones mineras con
contratos que han sido aprobados por el congreso nacional, en algunos casos de
espalda al pueblo dominicano y sin leerlos. Como podemos ver por la
envergadura de las concesiones mineras y por lo sensible de los ecos sistemas cedidos
se puede vislumbrar que los daños a corto y largo plazo para la isla serán catastróficos.
Es urgente que el
pueblo dominicano despierte y asuma de manera militante la lucha contra las
mineras ya que mañana puede ser tarde,
mañana puede no haber vuelta atrás y entonces sólo nos quedará llorar lo que no
supimos defender hoy con la hidalguía necesaria y propia de nuestra estirpe de
hombres y mujeres valientes que han escrito su historia con su sangre, con sus
vidas.
Compete hoy asumir la lucha contra la minería a gran
escala con heroísmo, con decisión y con el concurso de todos los dominicanos de
buena voluntad, con el concurso de todos los dominicanos a quienes les duele el
futuro su país. Es ahora el momento de la unidad para salvar la nación de la catástrofe
que representan las mineras, no es por
ejemplo revisar el contrato de la Barrick
Gold , es exigir que se vaya por que los daños que esta, está ocasionando a las fuentes de agua, a la
agricultura, a la ganadería, a las personas y en definitiva a la región no será
compensado con el dinero que ella deje.
Por lo que luchamos
ahora un grupo de dominicanos y dominicanas es porque se vayan todas las
mineras del país, si quieren oro, plata o níquel que lo busquen en sus países y
nos dejen en paz a nosotros.
Fuera las mineras de
la isla de Santo Domingo, América Latina
y
los demás países en desarrollo, el oro y el verde valen más que todo el oro del
mundo.
Domingo Acevedo.
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