En la cima más alta de las Antillas elpico Duarte.

En la cima más alta de las Antillas elpico Duarte.
No a la mega minería y el uso del cianuro, fuera la Barrick Gold del país.

lunes, 12 de septiembre de 2016

UNA NOCHE EN EL MACUTICO

BRIGADA CIMARRONA SEBASTIAN LEMBA.
Ecológica, social y progresista.

PICO DUARTE.

UNA NOCHE EN EL MACUTICO

Anochece, un viento con alas tristes revolotea sobre la cabaña perdida en la soledad distante de la cordillera central. Nosotros cansados de la larga caminata que del Alto de la Rosa hasta el Macutico hemos realizado, organizamos los equipajes, dentro del refugio, mientras miramos de vez en cuando hacia el camino esperando ver llegar a los compañeros que se quedaron rezagados en el valle infinito de nunca jamás.

Este trayecto lo he hecho varias veces y sé que es difícil y agotador pero hermoso y mágico, lo disfruto al máximo. Ya son las siete de la noche, hace frío y empieza a oscurecer, nos sentimos preocupados por los compañeros que se quedaron atrás, ya en la cocina un grupo prepara la comida, tenemos hambre no hemos comido nada desde la mañana, sólo una merienda a las dos de la tarde, el grupo ha sido fuerte, los muchachos no se han quejado, unos van rumbo al río a buscar agua y los demás buscan leña para la fogata con uno de los guías.

Desde la ventana del refugio veo como los demás guías se alejan en la oscuridad, llevan los animales a comer algo, no muy lejos de donde nos encontramos hospedados.

Ya las primeras estrellas empiezan a coquetear en el cielo con la luna y a lo lejos se oyen voces de alegría, es el grupo que quedó atrás que ha llegado al río, donde el equipo de agua llena los galones para el uso de mañana, eso nos da más tranquilidad, ya estamos todos juntos, ahora un baño cae bien y después a comer, más tarde la evaluación del trayecto, el acostumbrado conversatorio, el chiste necesario y a dormir, la caminata de mañana también es fuerte  del Macutico, al Pico Duarte, a la Compartición cualquiera deja el forro, ya que después de una larga caminata y bajar la loma del Barraco uno se encuentra con la pelona, que se muestra desafiante e imponente ante la mirada incrédula del cansado caminante que hace esta travesía por primera vez.

Son las ocho de la noche ya la fogata arde en una esquina del campamento y la comida casi está. La neblina empieza a vestir de blanco el valle, trae con ella el misterio ancestral de lo desconocido, nos acurrucamos unos a  otros junto a la fogata, el frío es terrible, la noche parece tragarnos en su boca de oscuridad, en esta soledad nos sentimos tan pequeños y desvalidos, tan poca cosa, que nos damos cuenta que en la infinita vastedad del universo no somos nada.

La caseta del Macutico tiene tres habitaciones dos dormitorios y la sala, en las cuales preparamos las frazadas y las bolsas de dormir, ya cada uno tiene su espacio en donde pasará la noche que se perfila muy fría,  en la cocina separada a unos cuantos metros  los guías preparan un  té  de jengibre para el frío, la fogata arde alegremente, ya se hizo la evaluación, del trayecto, y tratamos como siempre el tema central de la actividad, junto a la fogata nos queremos más, nos sentimos hermanados, nos acercamos tanto que sentimos el calor de la piel del compañero (a) que tenemos al lado, sentimos la necesidad de protegernos unos a otros, en estas caminatas crece el sentimiento de la solidaridad y se hacen relaciones que perduran en el tiempo.

Los guías nos llaman para tomar el té de jengibre que es bueno para ahuyentar a los duendes del frío y después de despedirnos, cada uno se dirige al lugar donde pasará la noche, a veces sentimos temor es por eso que buscamos la compañía secreta del que duerme a nuestro lado, yo me detengo un rato entre la cocina y el refugio y miro al cielo al cual no le cabe una estrellas más, tanta belleza es indescriptible, como es  indescriptible la sensación que siento en el Macutico, en donde el silencio aletea entre la sombras y la neblina y espanta el  canto de las insectos nocturno y se queda entre nosotros hasta el amanecer y se hace cómplice del frío que nos muerde la piel.

Yo siempre guardo la esperanza de volver a recorrer esos caminos perdidos en la distante soledad del parque nacional José del Carmen Ramírez.

Nos acomodamos, me percato de que todos estén en el lugar que le corresponde a cada uno y les recuerdo que mañana a las cinco de la mañana debemos levantarnos para prepararnos para la jornada del día siguiente.

Este es un homenaje a todos los que me han acompañados en esta ruta, Sabaneta, (San Juan)  la Ciénaga, (Jarabacoa)


Domingo Acevedo.
829 568 3544
domingoacv2@gmail.com
www,brigadacimarronasebastianlemba.blogspot.com 



















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