La Gran Insurrección de Negros Esclavos
Antes de desarrollarse la industria azucarera en Republica Dominicana la existencia de esclavos era mínima en la isla, fue Fray Bartolomé de las Casas y los padres Dominicos, que sugirieron que se trajesen negros esclavos africanos, para que se aliviara la suerte de los indios, quienes no resistían las duras condiciones de trabajo en los ingenios y trapiches.
También los encomenderos solicitaron a los padres Jerónimos la traída de esclavos con el fin de ponerlos a trabajar en los ingenios. Los esclavos fueron obligados a realizar una intensa labor física en los ingenios, eran castigados de forma severa e injustificada, por lo que esta situación los llevó a rebelarse y a fugarse.
La insurrección de los negros era denominada Cimarronada y las aldeas que formaban en las sierras de Ocoa y del Bahoruco eran llamadas Palenques o Manieles. La primera insurrección en el nuevo mundo tuvo lugar el 26 de diciembre de 1522, cuando unos 40 miembros de la tribu de los Gelofes incendiaron el ingenio de Diego Colón y doña María de Toledo llamado La Nueva Isabela, situado a orillas del rio Nizao y en un hato de Melchor de Castro, dieron muerte a 12 españoles.
Los insurrectos fueron alcanzados antes de llegar a Azua por Melchor de Castro y un grupo de colonos, quienes los derrotaron y les causaron seis muertos y muchos heridos. Varios de los sobrevivieron al combate fueron ahorcados a lo largo del camino Nizao-Haina, que era la principal zona cañera en la época y sus cadáveres fueron dejados allí para intimidar a los demás y renunciasen a toda idea de rebelión.
Luego para 1542-1546 hubo otra gran insurrección de miles de esclavos negros, los esclavistas llegaron a temer que los insurrectos se apoderaran de toda la isla. Para evitar que esto sucediera Carlos I destituyó de la gobernación al sacerdote licenciado Alonso de Fuen Mayor, y nombró en ese cargo a un experimentado militar enviado desde España Alonso López de Serrato. A su llegada éste hizo una especie de tregua táctica para organizar cuadrillas antiguerrilleras que una vez listos para el combate, se dedicaron a asaltar los palenques, y a matar a todos los seres humanos que encontraran en ellos.
Hay que recordar que los esclavos acostumbraban a ponerse los nombres de sus amos o del lugar de procedencia o de la profesión que ejercían. Por esa razón dos de los principales líderes cimarrones se llamaban Diego Guzmán y Juan Vaquero y un tercero, Diego del Campo, también conocido como Diego de Ocampo que cuando se vio perseguido muy de cerca por las cuadrillas antiguerrilleras, pactó con los esclavistas a cambio del perdón de su vida y dinero.
Este esclavo ensenó a sus perseguidores los sitios donde se encontraban los palenques y las tácticas de combate empleadas por los insurrectos, con lo cual se facilitó grandemente la derrota de éstos. Diego Guzmán fue el primer jefe cimarrón en caer en 1544 o1545.
Sebastián Lemba fue uno de los dos últimos jefes insurrectos en morir en combate, en septiembre de 1548, cerca de San Juan de la Maguana lo mató un esclavo a quien se le dio la libertad por ese hecho. El otro fue Juan Vaquero, abatido en 1554; sin embargo a pesar de las pérdidas importantes en los dos siglos y medio siguientes siempre hubo cimarrones y palenques, sobre todo en la sierra del Bahoruco y de Neiba, pero nunca con la fuerza de las que se produjeron en los años del 1542.
Extraído del libro: Historia Dominicana, Jaime de Jesús Domínguez, ABC ediciones, Santo Domingo, 2001-2005
Antes de desarrollarse la industria azucarera en Republica Dominicana la existencia de esclavos era mínima en la isla, fue Fray Bartolomé de las Casas y los padres Dominicos, que sugirieron que se trajesen negros esclavos africanos, para que se aliviara la suerte de los indios, quienes no resistían las duras condiciones de trabajo en los ingenios y trapiches.
También los encomenderos solicitaron a los padres Jerónimos la traída de esclavos con el fin de ponerlos a trabajar en los ingenios. Los esclavos fueron obligados a realizar una intensa labor física en los ingenios, eran castigados de forma severa e injustificada, por lo que esta situación los llevó a rebelarse y a fugarse.
La insurrección de los negros era denominada Cimarronada y las aldeas que formaban en las sierras de Ocoa y del Bahoruco eran llamadas Palenques o Manieles. La primera insurrección en el nuevo mundo tuvo lugar el 26 de diciembre de 1522, cuando unos 40 miembros de la tribu de los Gelofes incendiaron el ingenio de Diego Colón y doña María de Toledo llamado La Nueva Isabela, situado a orillas del rio Nizao y en un hato de Melchor de Castro, dieron muerte a 12 españoles.
Los insurrectos fueron alcanzados antes de llegar a Azua por Melchor de Castro y un grupo de colonos, quienes los derrotaron y les causaron seis muertos y muchos heridos. Varios de los sobrevivieron al combate fueron ahorcados a lo largo del camino Nizao-Haina, que era la principal zona cañera en la época y sus cadáveres fueron dejados allí para intimidar a los demás y renunciasen a toda idea de rebelión.
Luego para 1542-1546 hubo otra gran insurrección de miles de esclavos negros, los esclavistas llegaron a temer que los insurrectos se apoderaran de toda la isla. Para evitar que esto sucediera Carlos I destituyó de la gobernación al sacerdote licenciado Alonso de Fuen Mayor, y nombró en ese cargo a un experimentado militar enviado desde España Alonso López de Serrato. A su llegada éste hizo una especie de tregua táctica para organizar cuadrillas antiguerrilleras que una vez listos para el combate, se dedicaron a asaltar los palenques, y a matar a todos los seres humanos que encontraran en ellos.
Hay que recordar que los esclavos acostumbraban a ponerse los nombres de sus amos o del lugar de procedencia o de la profesión que ejercían. Por esa razón dos de los principales líderes cimarrones se llamaban Diego Guzmán y Juan Vaquero y un tercero, Diego del Campo, también conocido como Diego de Ocampo que cuando se vio perseguido muy de cerca por las cuadrillas antiguerrilleras, pactó con los esclavistas a cambio del perdón de su vida y dinero.
Este esclavo ensenó a sus perseguidores los sitios donde se encontraban los palenques y las tácticas de combate empleadas por los insurrectos, con lo cual se facilitó grandemente la derrota de éstos. Diego Guzmán fue el primer jefe cimarrón en caer en 1544 o1545.
Sebastián Lemba fue uno de los dos últimos jefes insurrectos en morir en combate, en septiembre de 1548, cerca de San Juan de la Maguana lo mató un esclavo a quien se le dio la libertad por ese hecho. El otro fue Juan Vaquero, abatido en 1554; sin embargo a pesar de las pérdidas importantes en los dos siglos y medio siguientes siempre hubo cimarrones y palenques, sobre todo en la sierra del Bahoruco y de Neiba, pero nunca con la fuerza de las que se produjeron en los años del 1542.
Extraído del libro: Historia Dominicana, Jaime de Jesús Domínguez, ABC ediciones, Santo Domingo, 2001-2005
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