En la cima más alta de las Antillas elpico Duarte.

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No a la mega minería y el uso del cianuro, fuera la Barrick Gold del país.

sábado, 30 de agosto de 2014

¿Vamos camino de una nueva Edad de Hielo?



¿Vamos camino de una nueva Edad de Hielo?

¿Vamos camino de una nueva Edad de Hielo?
El Polo Norte se derrite a un ritmo frenético lo que se ha podido comprobar instalando una cámara conectada a INTERNET (webcam) para demostrarlo. El período abarca un mes de verano, entre el 30 de junio y el 25 de julio, pudiendo verse como el hielo va derritiéndose convirtiendo el Ártico en un enorme lago, eso sí, con aguas gélidas. La institución científica que ha realizado la grabación ha sido el Observatorio Medioambiental del Polo Norte, de Estados Unidos, no una organización ecologista pero corrobora lo que las ONGs llevan años avisando: el Ártico se está derritiendo. De hecho, en abril pasado registró una de las mayores nevadas de los últimos años pareciendo que la zona recuperaba su entorno natural pero a partir de mayo comenzó el calor y además extremo, con dos grados por encima de la media habitual, dando lugar al deshielo.
Aunque la fusión de hielo es preocupante lo es también el metano que libera en forma de nubes dando lugar a un mayor calentamiento de La Tierra por el efecto invernadero.
Ahora bien, ¿realmente está ocurriendo?
Otras investigaciones muestran precisamente el fenómeno contrario como está pasando en el Polo Sur: tiene más hielo año tras año; sin embargo, el Ártico ha perdido 422 kilómetros cuadrados de superficie helada en las últimas tres décadas mientras que la Antártida solo ha ganado 77 kilómetros cuadrados.
En 2008 se produjo el primer gran desprendimiento de hielo delglaciar Petermann. El trozo desprendido tenía 28,4 kilómetros cuadrados y aunque sobrecogió a todos los científicos su sorpresa aún fue mayor en 2009 cuando otro gran desprendimiento se produjo, en esta ocasión de nada menos que 59,5 kilómetros cuadrados aunque lo peor aún no había llegado: en 2010, una colosal porción del glaciar, de 260 kilómetros cuadrados, se desgajó por el sur y por el norte, en esta ocasión de 75 kilómetros cuadrados, separándose del glaciar, desde 2012. El Petermann tiene 70 kilómetros de largo por 15 de ancho y gracias a los estudios de la Universidad de Ohio, con el apoyo de un satélite artificial, se hace un seguimiento de la amenaza que supone para el Planeta el deshielo de los glaciares de Groenlandia, es más, la NASA ya ha informado de que en julio se llegó a observar un deshielo del 97% de los glaciares  de esta gran isla danesa del Polo Norte; nunca había sucedido algo así. Hace más de treinta años el deshielo propio del verano no superaba el 55% de la superficie de Groenlandia y sus glaciares. Si este fenómeno se convierte en definitivo, si el hielo no vuelve a regenerarse en otoño-invierno y toda esa masa de agua retenida en los glaciares quedara definitivamente volcada en el Océano, elevaría el nivel de los mares siete metros. Hasta ahora no ha sucedido porque el deshielo no es demasiado duradero y en realidad lo que se deshiela es la superficie, afortunadamente, no el bloque entero pero cada año la congelación provocada por las lluvias y las bajas temperaturas es menor puesto que la velocidad a la que el hielo es regenerado disminuye debido a que las temperaturas en la zona están aumentando pudiendo detectarse un acelerado ritmo del deshielo en 81 glaciares de los 111 analizados; en el Polo Sur, el efecto es diferente si bien la zona oriental está experimentando igualmente una aceleración del deshielo mientras que la zona occidental no acusa tanto este fenómeno sin embargo los cambios registrados en la dirección de las corrientes están empujando el hielo antártico hacia el norte pero lo cierto es que la Antártida es la Región del Planeta que menos se ha calentado desde que se tienen registros (el análisis del calentamiento global comenzó en 1960) pero el Ártico es la que más se ha calentado lo que preocupa especialmente a los pueblos esquimales que ven peligrar su forma de vida claro que los pescadores de latitudes inferiores ven con buenos ojos la apertura de nuevos caladeros una vez el deshielo permita faenar por la Región. Sin embargo, son las compañías petroleras las que se frotan las manos ante el inminente negocio pues el Ártico es rico en petróleo. De momento, el Congreso de los Estados Unidos prohíbe pescar o extraer petróleo de Alaska, una enorme reserva de vida animal de 7,7 millones de kilómetros cuadrados con especies en vías de extinción que encuentran en esta zona un refugio mas Rusia y Noruega no lo ven así y permiten la explotación de los recursos naturales que les pueda proporcionar el Ártico en sus respectivas zonas marítimas territoriales.  En total, 175.000 kilómetros cuadrados de Océano y enormes reservas de petróleo y gas natural a las que aspiran los Países bañados por el Ártico: Canadá, Rusia, Noruega, Estados Unidos y Dinamarca. Estas potencias están muy pendientes de las investigaciones sobre el deshielo pero por interés puramente económico. Algunos investigadores de laUniversidad de Cambridge aseguran que el hielo del Ártico podría desaparecer para 2017 y otros estudios adelantan en unos años este desastre pero lo consideran inexorable. A mediados de septiembre el área de hielo del Polo Norte solo abarcaba 3,4 millones de kilómetros cuadrados cuando lo normal es que superara los 7,1 millones de km2, promedio de las tres últimas décadas produciéndose una desaparición de la zona helada de 91.600 km2 anuales. La causa principal son las altas temperaturas registradas recientemente; nunca el norte de Canadá o Alaska habían llegado a los 30º centígrados como lo vienen haciendo en los últimos años.
Pero hay otra pregunta en el aire que preocupa a la comunidad científica: si se deshiela todo el Ártico, ¿qué materias o gases liberará de entre los que han quedado retenidos en sus gruesas capas de hielo? Algunas son muy antiguas, las más profundas y han permanecido intactas durante decenas de miles de años ya que la superficie se regeneraba año tras año, pero ahora están subiendo a la superficie debido a que la capa superior no se regenera. El deshielo total haría que la superficie terrestre, al no contar ya con las zonas heladas y blancas de los Polos, no reflejaría los rayos de sol con lo que La Tierra se volvería más oscura ya que absorbería más energía solar y ni que decir tiene que no pocas especies animales desaparecerían como los impresionantes osos polares, los narvales o las morsas.
Este espectacular efecto no sucede en el Planeta desde hace 130.000 años cuando La Tierra se encontraba en la etapa interglaciar conocida como Riss-Wurm porque se produjo entre dos fases glaciales, la Riss, que duró 60.000 años y la Wurm que duró 70.000. La época actual comenzó hace 10.000 años y coincide con el período geológico denominado Holoceno. Si tenemos en cuenta que los períodos interglaciales duran en torno a 10.000 años y que el Holoceno, la actual etapa interglacial ya dura 10.500 años, es probable que estemos viviendo la transición a una nueva época glacial, sin embargo, en la anterior época interglaciar, la temperatura de La Tierra era de 0,5º por encima de la media actual pero según los estudios que se llevan a cabo en diferentes Universidades y Agencias meteorológicas las predicciones para las próximas décadas son de un preocupante aumento de la temperatura global de cuatro grados. De hecho, ya puede verse todos los veranos una imagen sorprendente nada usual años atrás: un enorme lago en el Ártico sobre la capa de hielo que permanece por debajo al derretirse la superficie con las altas temperaturas que se están registrando en el Polo Norte en los meses del estío.
Lo que no ha sucedido jamás, ni siquiera en las épocas interglaciares, es la desaparición de todo el hielo lo que de seguir utilizando energías basadas en los recursos fósiles pudiera suceder y sería catastrófico: el aire fresco que los Polos transmiten a todo el Globo desaparecería con lo que la temperatura de La Tierra aumentaría desestabilizando la meteorología causando una mayor desertificación destruyendo muchas zonas de cultivo desapareciendo el sustento de cientos de millones de personas.  
Ahora bien, ¿por qué en otras Regiones del Planeta se produce el fenómeno contrario?
La Cordillera del Karakorum está registrando un incremento del hielo de sus glaciares de 22 centímetros anuales como descubrió la expedición geológica francesa de la Universidad de Grenoble en base a su estudio de la zona entre 1999 y 2008. Incluso los glaciares noruegos, que se encuentran en el Polo Norte, están creciendo también; el glaciar Briksdal crece más de 65 metros al año y en Islandia, también en el Atlántico Norte, muy cerca del Ártico, el glaciar Vatnajökull, con una superficie de 8.100 km² y 3.000 km³ de hielo ha frenado el retroceso que venía registrando en los últimos años como ha ocurrido con el glaciar Langjökull o el Stuorrajekna así como el Storglaciären, estos dos últimos en Suecia.
Los glaciares suizos están aumentando su grosor y en Alemania  el glaciar Höllentalferner tampoco ha disminuido su volumen. Los franceses crecen o permanecen inalterables, fenómeno que se está dando también en Norteamérica: el glaciar Athabascarecibe siete metros de nieve anuales que hacen aumentar su espesor. El glaciar Nisqually, en el Estado de Washington, en el Monte Rainier, crece a un ritmo de seis metros por año y en el Monte Santa Helena hay otro glaciar que crece igualmente aunque menos.
En la pequeña edad de hielo que sacudió al Mundo entre los siglos XIV y XIX se originaron nuevos glaciares como el Sperryen el Parque Nacional de Montana y está creciendo actualmente cuando había estado retrocediendo desde los años 60 hasta 2005. Casi todos los demás glaciares americanos crecen o permanecen estables y así en el resto del Mundo, especialmente los del norte del Cáucaso, como el glaciar Maili o el Kolka, en la cuenca del río Genaldon,
Un estudio llevado a cabo por E.W. Domack, A.J.T. Jull y S. Nakao sobre la historia de las glaciaciones antárticas ha descubierto que durante todo el Holoceno, la época geológica actual, que comenzó hace 10.500 años, muchos glaciares se expandieron  y en ocasiones con unas condiciones climáticas peores que las actuales, es más, la capa de hielo del continente helado, la Antártida, es ahora más gruesa (se mide anualmente desde 1979), con 19,45 millones de kilómetros cuadrados en 2012.
La revista científica Geophysical Research Letters publicó recientemente que la capa de hielo de la zona occidental de Groenlandia se ha engrosado en 2,10 metros desde 1980. El investigador Ola M. Johannessen ha descubierto lo que parece explicar que los glaciares de Groenlandia den la falsa impresión de que se están descongelando: por debajo de los 1.500 metros de altura sobre el nivel del mar, el hielo de Groenlandia está perdiendo un grosor de dos centímetros anuales pero por encima de esa cota, la mayor parte del territorio de la inmensa isla, el hielo aumenta seis centímetros todos los años.
Lo que sí parece que se está produciendo, según el doctorHabibullo Ismailovich Abdusamátov, del Observatorio Astronómico de Pulkovo (Academia de Ciencias de Rusia), es una nueva pequeña edad de hielo cuyos efectos son impredecibles ahora mismo pero que según este científico llegará a su punto álgido en torno a mediados de siglo. Asegura que la nueva PEH (Pequeña Edad de Hielo) durará dos siglos y sin duda será catastrófica. Las evidencias comenzarán a verse en 2014; a partir de este año, la estación primaveral será paulatinamente más corta (año tras año), no tres meses como ahora, por lo que necesitaremos más energía para protegernos del frío y debido a que las zonas de cultivo se verían seriamente afectadas se producirían hambrunas lo que conllevaría tensiones bélicas al buscar los Países afectados acceder a las zonas agrícolas que sobrevivan. Tendremos inviernos mucho más fríos con las dramáticas consecuencias que pudieran acarrear para la población.
El físico solar danés Henrik Svensmark cree que se ha sobreestimado la influencia del anhídrido carbónico sobre la climatología de La Tierra cuando debiera prestarse más atención a la influencia que ejerce sobre la misma el Sol. Según este científico y otros que opinan como él, no es un sobrecalentamiento global lo que se avecina sino una nueva pequeña Edad de Hielo como la de la segunda mitad del milenio anterior, que duró más de seis siglos y que dejaba imágenes que hoy no son habituales como el río Támesis helado. En esta segunda década del siglo XXI tenemos la más baja actividad solar de los últimos cien años que parece es lo que motivó esa pequeña Edad de Hielo. David Hathaway, de la NASA, cree que la actividad solar bajará más en los próximos años en los que veremos inviernos más fríos. Si las heladas atípicas de años atrás en zonas donde no son habituales nos extrañaron a todos, estos científicos predicen fenómenos similares pero más impactantes en los próximos años.
Entre los siglos XI y XIV la actividad solar fue muy alta, como ha ocurrido entre las décadas de los años 40 (siglo XX) y la primera del siglo XXI, volviéndose ahora a los parámetros del período intermedio, entre los siglos XIV y XIX con una muy baja actividad solar. La diferencia de los tiempos actuales con aquella pequeña Edad del Hielo es que los niveles de anhídrido carbónico en la actualidad son muy superiores debido al uso de energías fósiles. Este dato último es lo que hace pensar a los partidarios del calentamiento global que la temperatura de La Tierra no disminuirá sino que aumentará hasta llegar a una situación crítica en torno al año 2100 siendo un argumento a su favor el aumento de la temperatura de los Océanos en la última década del siglo XX pero lo curioso es que desde el año 2003 no se ha registrado un nuevo aumento de la temperatura oceánica  
La Geología nos ha mostrado que el último glacial llegó desde el Polo Norte hasta lo que hoy es Nueva York, New Jersey y Pennsylvania, trazando una línea hacia Illinois y Missouri y desde aquí hasta Washington. De producirse una nueva glaciación es previsible que todo este territorio vuelva a estar sepultado por una enorme capa de hielo sólido de más de dos kilómetros. Probablemente no suceda durante nuestra generación actual pero sí veremos los inicios, de hecho, las mediciones efectuadas de los isótopos de oxígeno en los robles alemanes, calibrados con los datos de las temperaturas, muestran un descenso de un grado durante la llamada Pequeña Edad de Hielo que se produjo, como hemos indicado antes, entre los siglos XIV y XIX. Los robles de Alemania estudiados registraron igualmente una recuperación del grado de temperatura en la época posterior a esa pequeña Edad de Hielo, hasta la década de los años 30 del siglo XX. Desde entonces se está registrando un nuevo descenso lo que también detectan las estaciones meteorológicas de los Alpes y países nórdicos. También se han estudiado los isótopos de carbono en lagos y dan el mismo terrible resultado.  
Durante la anterior glaciación, el Lago canadiense Agassiz desaguó de forma repentina todo su caudal en el Océano Atlántico cortando la Corriente del Golfo, que regula la temperatura de La Tierra ya que forma parte de la gran corriente conocida como Cinturón Termohalino, dando lugar a un enfriamiento global que duró todo un milenio. La catástrofe fue descomunal: un gran maremoto sacudió todas las costas continentales por todo el Mundo y el fenómeno transcurrió en apenas un día. Claro que hace 11.000 años, cuando se cree que se produjo el gran Tsunami, salvo que creamos en la existencia de míticos continentes perdidos como la Atlántida, el daño en pérdidas humanas no debió ser demasiado importante. Un suceso de esas características en la actualidad sepultaría bajo el agua a megaciudades con millones de habitantes. 
En el siglo XXI, la Corriente del Golfo está volviendo a ralentizarse  y los efectos podemos conocerlos estudiando lo ya acaecido hace milenios mediante la dendocrinología y los registros de anhídrido carbónico retenidos en el hielo más profundo que data de la anterior etapa interglacial. La dendrocrinología estudia el comportamiento del tiempo en una zona concreta analizando los anillos internos de los troncos de los árboles; se supone que cualquier cambio brusco en la climatología quedará impreso en los árboles y cuando éstos crezcan dejarán esa impronta cubierta por un anillo de grosor nuevo y así durante la vida restante del árbol de forma que si con el tiempo es talado por cualquier razón podrá observarse en el corte del tronco los distintos anillos de grosor y los diferentes procesos biológicos o físicos registrados. Con respecto al análisis del CO2 retenido en el hielo ancestral, sus resultados son clave para conocer las condiciones climatológicas de etapas geológicas anteriores y poder así predecir lo que ocurrirá en tiempos venideros, cuando el ciclo se repita; es lo que se conoce como paleoclimatología, la cual se ayuda de distintas disciplinas como las anteriormente descritas.
Lo cierto es que las tormentas son ahora más virulentas y los meteorólogos cada año lo tienen más complicado para predecirlas porque la climatología no se comporta como hace unas pocas décadas, digamos con cierta normalidad. Si hasta ahora la frase “Fallas más que el hombre del tiempo” indicaba la falta de pericia, en los próximos años pudiera cambiarse por “No aciertas una, como el hombre del tiempo”, porque el clima se volverá del todo impredecible.
La mayoría de los expertos que defienden la hipótesis del enfriamiento global (en contra de la teoría del calentamiento terrestre), creen que la nueva glaciación irá imponiéndose a lo largo de varias décadas pero es probable que acabe llegando un primer año especialmente difícil, con un frío extremo sin registros históricos comparables y a partir de ahí lo que podríamos conocer por “Largo Invierno”, nueva glaciación o el nombre que los geólogos decidan darle. Los síntomas comienzan a entreverse como el tiempo que hemos tenido en las últimas décadas, con sequías y un pequeño calentamiento global, propio de la antesala de una glaciación pero tenemos también a los “catastrofistas” de siempre que, tengan o no razón, se hayan documentado de verdad o solo pretendan causar pánico para llamar la atención y así vender muchos libros donde exponen sus “investigaciones”, el caso es que consiguen lo que se proponen y es causar verdadero pavor. De todos modos es lógico pensar que de producirse una nueva era glacial los Gobiernos debieran prever planes de actuación ante posibles catástrofes como que los cultivos se echen a perder debido a las bajas temperaturas ante lo que habría que replantear una nueva forma de agricultura o mejorar las técnicas agrícolas con invernaderos más eficaces que protejan de alguna manera de la helada extrema. Del mismo modo, si los ríos se hielan, su agua no podrá ser utilizada para el riego a no ser que se generalicen ingenios para calentarla en los canales que abastezcan a las fincas y haciendas. Del mismo modo, si lo que se prevé es un calentamiento global, igualmente debieran tomarse medidas para contrarrestar sus efectos dañinos.
Por otro lado, el Hemisferio Norte, el que resultaría más afectado si sobreviene una glaciación, viviría una nueva era de migraciones masivas y sin duda los Países ribereños del Mediterráneo, en el caso de Europa y Norte de África o los Estados del Sur de USA así como México, en Norteamérica, deberán prepararse ante la avalancha de millones de personas y no precisamente como turistas ocasionales sino para quedarse definitivamente. Una economía en crisis, como la española, por ejemplo, no se encuentra actualmente en condiciones para acoger a inmigrantes en masa procedentes del norte del continente europeo. Los nuevos paraísos serían los que ahora son verdaderos infiernos con las condiciones más inhóspitas imaginables: los desiertos africanos. Según la NASA se viene observando desde hace más de diez años una reducción del Sáhara y un aumento de las zonas verdes del Planeta, en contra de lo dicen las organizaciones ecologistas.
Otro de los fenómenos meteorológicos más terroríficos que se nos recordaba insistentemente, el famoso agujero de la capa de ozono, ha dejado de ser noticia porque sencillamente y de forma inexplicable se está reduciendo y por lo tanto recuperándose. Entonces, ¿se trataba de una farsa lo de los efectos dañinos de los clorofluorocarbonos (CFC) contaminantes? ¿Qué ha ocurrido?
Resulta que los CFCs no pueden ser los causantes del deterioro de la capa de ozono porque pesan demasiado, más que el áire, ante lo que resulta imposible que lleguen a las altitudes estratosféricas desde la que produjeran el tan temido efecto invernadero, es más, gracias precisamente a la paleoclimatología se sabe que en el Cretácico, la época de los grandes dinosaurios, había un nivel más elevado de CFC que en la actualidad y ello no conllevó un calentamiento global sino una nueva glaciación aunque no por efecto de los CFC sino porque se ha podido determinar que las glaciaciones son cíclicas. Entonces, ¿por qué nos engañan?
Los ecologistas aseguran que La Tierra se calienta y se apoyan en estudios de científicos reputados y complicados cálculos, exactamente lo mismo que los partidarios de la teoría del enfriamiento global acusándose mutuamente de servir a grandes compañías multinacionales con oscuros intereses. Los ecologistas creen que los negacionistas del calentamiento terrestre reciben pagos por sus servicios, básicamente convencer de que los CFC no son malos para el Medio Ambiente sino todo lo contrario y que resulta esencial buscar y explotar más reservas energéticas, principalmente petrolíferas, para planificar la glaciación que nos sobrevendrá en pocos años. Por otro lado, los partidarios de dicha teoría sobre la nueva Edad de Hielo opinan que los ecologistas están aprovechándose de subvenciones públicas y donaciones privadas para vivir de mentiras ya que sus estudios sobre el deterioro climático no tienen fundamento científico.
Hubert H. Lamb, el meteórologo fundador de la Unidad de Investigación Climática de la Universidad de East Anglia, muerto en 1997, dejó interesantes investigaciones sobre lo que pudiera esperarse si se nos echa encima una nueva época glacial, si bien es lo que creía al principio, cambiando su opinión con los años decantándose finalmente por el calentamiento global como destino más probable de La Tierra, al menos inminente. Lamb estuvo en la Antártida estudiando las fluctuaciones del clima así como en otras latitudes, como el Mediterráneo y Norte de África, realizando estudios comparativos convirtiéndose en una autoridad en previsión meteorológica de largo alcance temporal trabajando para laOrganización Meteorológica Mundial. Investigó a fondo la PEH (Pequeña Edad de Hielo) asegurando que hubo una etapa cálida entre los siglos X y XII seguida de una bajada de las temperaturas muy notable siendo muy acuciada entre los siglos XVI y XVIIEn un primer momento, creyó que íbamos encaminados hacia una nueva Pequeña Edad de Hielo o tal vez algo mucho peor pero después consideró que sucedería todo lo contrario, un calentamiento global, avisando de los desastres que ello acarrearía para la Humanidad como daños a la agricultura mundial e inundación de grandes ciudades costeras por la fusión de los casquetes polares. Sus libros sobre la Historia del Clima nos muestran estudios paleoclimáticos mediante polen fósil que indican un cambio brusco de la climatología hace miles de años pero consideraba que si bien el uso de combustibles fósiles llevarían a La Tierra hacia una etapa de aumento de las temperaturas provocadas por el efecto invernadero no ocurriría de inmediato ya que los datos habían sido exagerados y con respecto a la próxima glaciación no llegaría hasta dentro de 3.000 o 4.000 años. Sin embargo, estableció una pauta de lo que sucederá cuando acontezca esa glaciación en base a lo acontecido en anteriores etapas glaciales:
  1. En primer lugar, el hielo de Groenlandia, Islandia y Noruega avanzarán hacia el sur pero el indicador más certero de que se acerca una nueva Edad de Hielo será el avance de los glaciares de Los Alpes.
  2. El hielo se extenderá por el Atlántico Norte, primeramente en torno a Groenlandia; si ahora vemos como las costas de esta gran isla danesa se deshiela, en el momento en que veamos que ocurre lo contrario deberemos comenzar a preocuparnos, sobre todo cuando la superficie del agua del Océano circundante se hiele también.
  3. Las grandes llanuras europeas y la gran cordillera de las Rocosas, en los Estados Unidos, se repoblarán de árboles y vegetación, los pantanos del norte de Eurasia aumentarán su volumen viéndose obligadas las autoridades a desaguar las presas con lo que los ríos crecerán de forma importante su caudal dando lugar a corrimientos de tierras tanto por las grandes precipitaciones de nieve como por las inundaciones provocadas cuando se convierta en agua con la llegada de los meses cálidos.
  4. El cuarto punto indicador de que se avecina una época extremadamente fría, el cual sí deberá poner en alerta a las autoridades, será ver ríos y lagos helados cuando habitualmente no sea normal, ni siquiera en invierno (ya sucedió durante la PEH cuando el Támesis pudo llegar a verse helado).
  5. Tormentas más severas y violentas que generen olas de varios metros de altitud y gran empuje que inundarán carreteras y poblaciones costeras.
  6. Cambios en las migraciones animales y aumento de la mortandad tanto de abejas como de anfibios, muy sensibles a los cambios de los polos magnéticos, fenómeno previo a una glaciación.
Los anteriores son los indicadores, pero ¿cuáles serían las consecuencias?
  1. Las cosechas se echarían a perder, lógicamente, debido al mal tiempo generalizado lo que obligaría a subir el precio del trigo y con ello del pan, motivado por la escasez.
  2. Llegaría un momento que las fincas serían abandonadas al no poder cultivarse nada en ellas; las granjas de animales también correrían riesgo de desaparecer al no haber forraje para ellos. Ni que decir tiene que las compañías aseguradoras se arruinarían ante la avalancha de solicitudes para que hicieran frente a los desastres climatológicos, motivo por el que son contratados sus servicios, para que indemnicen a sus asegurados si sufren pérdidas. Esta situación provocaría más desempleo y una migración masiva a las ciudades donde al no haber trabajo ni víveres para todos aumentaría el índice de criminalidad.
  3. El hacinamiento en los barrios marginales, los cuales crecerían ante la llegada de personas procedentes de las zonas rurales buscando trabajo y sustento, dará lugar a una mayor insalubridad por el aumento de las enfermedades al no haber suficientes recursos para sanear las calles y atender debidamente a tantos desempleados de los que deberá hacerse cargo la Seguridad Social; como ello será imposible al no contar con suficiente segmento poblacional que mantenga los sistemas nacionales de salud con los impuestos sobre sus nóminas debido a que existirá mucho desempleo, la Seguridad Social se hundirá provocando que todo el sistema sanitario y pensiones se venga abajo aumentando la mortalidad.
Lawrence Hetch publicó en la reputada revista científica  21st Century Science & Tecnology, en 1994, las dos condiciones básicas que se requieren para que se produzca una nueva Edad de Hielo:
  1. Una gran porción de masa terrestre helada en regiones polares y extratopicales, como ocurre en la actualidad en el Polo Norte, de ahí que de producirse una nueva glaciación el norte de Eurasia y América se lleven la peor parte.
  2. Un clima en las altas latitudes caracterizado por inviernos húmedos, con frecuentes precipitaciones de nieve, seguidos de veranos con temperaturas no demasiado elevadas como para que no se deshiele todo lo avanzado por la nieve en invierno.
Pero la verdad es que el debate sobre si nos encaminamos hacia una nueva Edad de Hielo o hacia un período de calentamiento global sigue provocando encendidas polémicas y acusaciones mutuas sin que nada se aclare.  Lo cierto es que no se conoce un buen modelo que relacione el clima y la variación orbital de la Tierra o que determine el verdadero efecto antropogénico (la influencia del hombre) en los cambios climáticos. Mientras unos científicos aseguran que nos encaminamos hacia un período extremadamente frío que en realidad comenzó hace 1.000 o 1.500  años y que irá empeorando a lo largo de los próximos 20.000 años, otros creen que el tiempo caluroso actual continuará durante decenas de miles de años.
El porcentaje de científicos que defienden el calentamiento global, “en crescendo” durante los próximos cien años, debido a la injerencia humana por el uso de combustibles fósiles y CFC es mucho mayor que el de los pocos que aseguran todo lo contrario, que nos dirigimos hacia una etapa de enfriamiento terrestre de gran magnitud ya que el dióxido de carbono es un gas poco potente en comparación con otros como el metano o el vapor de agua y que en épocas geológicas ancestrales hubo un nivel muy superior de CFC en el ambiente al actual y no llevó a un calentamiento global sino a todo lo contrario, no por efecto de los CFC y demás gases sino por el carácter cíclico de las glaciaciones por lo que opinan que el actual aumento de anhídrido carbónico es similar a lo sucedido en los siglos previos a la anterior PEH (la Pequeña Edad de Hielo que comenzó en la Edad Media y terminó en el siglo XIX).
Si las glaciaciones son cíclicas, dando igual la climatología que haya en el Planeta, pues a una etapa interglacial sucederá irremediablemente una glacial, la última glaciación, la conocida como Würm, aconteció hace 115.000 años. Si las etapas interglaciales no suelen durar más de 10.000 años según muestran los estudios geológicos, el actual período interglacial dura ya casi 10.600 años, aproximadamente, por lo que debiéramos estar a punto de recibir una nueva glaciación. Estos datos coinciden con otro indicador, el de los ciclos solares, pero su influencia en la climatología terrestre es motivo de controversia. Otro indicador es que aumenta, año tras año, el uso de carbón, leña y petróleo para calentarse lo que significa que los inviernos son cada vez más fríos y desde luego el último verano, el de 2013, no es que haya sido precisamente de calor extremo; por otro lado, el dióxido de carbono pudiera ser el causante del mayor enfriamiento de las capas superiores de la atmósfera, como indican otros estudios, con lo que paradójicamente pudiera ser el principal causante de una nueva Pequeña Edad de Hielo o PEH pero todo lo anterior solo ayuda a crear más confusión en el común de los mortales antes que contribuir a aclararnos algo. Por lo tanto, no incidiremos más en estos factores que supuestamente nos avisan de lo que nos depara el día de mañana, meteorológicamente hablando. Sin embargo, sí resulta curioso que con cada glaciación se haya producido un cambio radical cuando no brusco en la Humanidad; veamos:
  • Hace 1,8 millones de años, el Australopithecus, origen de la humanidad, se movía de una punta de África a otra, precisamente durante la glaciación conocida como Donau, pero en el período interglacial Donau-Günz convivió con una nueva especie, el Homo Erectus y cuando sobrevino la nueva glaciación el Australopithecus desapareció sobreviendo el Erectus, al estár mejor preparado para la nueva climatología gracias a su evolución física e intectual, expandiéndose incluso al continente asiático. La masa cerebral del Erectus era unos 550 gramos más grande que la de su antecesor, alcanzando algunos individuos los 1.100 gramos, siendo capaz de idear planes de caza con trampas y de modelar herramientas de piedra.
  • La glaciación de Mindel (también llamada Kansas por los norteamericanos), dio lugar a la aparición del fuego o mejor dicho a la utilización del mismo por el hombre. Un nuevo avance provocado por una época fría que obligaba a desarrollar técnicas de supervivencia y sin duda el descubrimiento del fuego por el ser humano ha sido uno de los más importantes de su Historia.
  • En la etapa Interglacial Mindel-Riss, el hombre se expandió al continente americano y con la glaciación Riss buscaría lugares más cálidos al sur, llegando a colonizar Sudamérica y Australia; el hombre se expandía así por todo el Mundo. Fue precisamente durante esta nueva glaciación cuando desaparece el Homo Erectus para dar paso a una nueva evolución homínida: el Homo Sapiens Neanderthalensis, con un cerebro más voluminoso, sepultando a sus muertos (se despertó en ellos la espiritualidad).
  • El Hombre de Neanderthal viviría una nueva etapa interglacial pero con la nueva glaciación, la Würm, llegaría su final para producirse un nuevo cambio evolutivo apareciendo el Homo Sapiens Sapiens, el hombre actual; surge el arte, con las pinturas rupestres, la domesticación de animales salvajes para convertir algunos en mascotas y la ganadería se convierte en fuente de sustento. Otro gran descubrimiento de la Humanidad, la agricultura, surge precisamente con la llegada del buen tiempo, el período interglacial actual, hace 10.000 años.
Por lo tanto, cabe preguntarse, si sobreviene una nueva era glacial, ¿en qué consistirá el nuevo paso evolutivo del ser humano que pareciera llevaran asociados los periodos fríos?


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