En la cima más alta de las Antillas elpico Duarte.

En la cima más alta de las Antillas elpico Duarte.
No a la mega minería y el uso del cianuro, fuera la Barrick Gold del país.

jueves, 27 de septiembre de 2018

El 12 de octubre no tenemos nada que festejar, ni celebrar, día de luto y resistencia continental

Los pueblos originarios contemporáneos fueron los primeros en oponerse al festejo del 12 de octubre y organizaron un contrafestejo el día anterior como el último momento de libertad.
E12 de Octubre de 1492, una expedición encabezada por Cristobal Colón, puso en contacto por primera vez en la historia a dos continentes: América y Europa. Pronto comenzó una colonización a sangre y fuego en toda América. Los colonos europeos llevaron a cabo uno de los mayores saqueos de recursos de la historia e impusieron elesclavismo como modo de explotación humana y el cristianismo romano como religión obligatoria; ah, y no olvidar las enfermedades infecciosas que trajeron los invasores europeos con los que murieron millones de nuestros antepasados.
Hoy, en pleno siglo XXI, se nos sigue imponiendo la celebración de este día como fiesta nacional. Quieren que sigamos celebrando uno de los mayores genocidios de la humanidad.
¿Sabías que en su diario del Descubrimiento, Colón escribió 139 veces la palabra ORO y 51 veces la palabra Dios o Nuestro Señor?
Aquel 12 de octubre de 1492, llegaron a nuestro continente, los invasores europeos, comandados por el genovés Cristóbal Colón. Para entonces, América, era un paraíso verde esmeralda con una enorme cadena de montañas coronadas de nieves perpetuas que destilaban agua pura para nuestros arroyos, que a la vez se convertían en gigantescos ríos de rica biodiversidad.  En este escenario, de la “tierra sin mal”, vivían hombres y mujeres felices, fraternos y comunitarios, como indicaba su cosmovisión pues eran parte misma de la naturaleza; ellos construyeron las civilizaciones más desarrolladas del mundo, donde los pueblos podían realizarse como seres humanos; solidariamente.
Fue en una de las más bellas islas del caribe, donde arribaron las carabelas con sus tripulantes agónicos, que fueron salvados de morir por el pueblo Taino, que asombrados por signos paralelos cósmicos, primero se acercaron con sus canoas y luego les dieron de beber y comer hasta el hartazgo.
Colón, aún en su delirio agónico, creía “estar en el paraíso y que los ángeles eran cobrizos” y cuando fue recibido por el cacique Canoabo, con sus aderezos de esmeralda y oro, el veneno de la codicia inundó su cerebro, e inmediatamente, pergeñó el genocidio para hacerse de todas las riquezas auríferas, ordenando a sus esbirros, la tortura y muerte de los jefes taínos para que indicaran de dónde provenía tanta riqueza. Este fue el pago español a la solidaridad y primer genocidio en América. Así nos fue durante más quinientos años y aún persiste hasta nuestros días bajo nuevas modalidades.
Nuestro continente, se contaminó del mal oliente pus de la avaricia occidental que en sucesivas olas migratorias nos esclavizaron para alimentar su lógica codiciosa. Nuestros pueblos convertidos en feudos, cuyos cimientos son testigos del genocidio más grande que la humanidad conoce: 80 millones de masacrados cruelmente, bendecido por los representantes de una religión que alegremente usaban el nombre “dios” y cuya evangelización compartió y avivó este terror a través de la inquisición que aún perdura a través de las “pastorales aborígenes”, fanáticos del ”fin de las ideologías” y domesticadores de “indios sincretizados” que dividen nuestros pueblos.
“Hubo un tiempo en el que todo era bueno. Un tiempo feliz en el que nuestros dioses velaban por nosotros. No había enfermedad entonces, no había pecado entonces, no había dolores de huesos, no había fiebres, no había viruela, no había ardor de pecho, no había enflaquecimiento. Sanos vivíamos. Nuestros cuerpos estaban entonces rectamente erguidos. Pero ese tiempo acabó, desde que ellos llegaron con su odio pestilente y su nuevo dios y sus horrorosos perros cazadores, sus sanguinarios perros de guerra de ojos extrañamente amarillos, sus perros asesinos.
Bajaron de sus barcos de hierro: sus cuerpos envueltos por todas partes y sus caras blancas y el cabello amarillo y la ambición y el engaño y la traición y nuestro dolor de siglos reflejado en sus ojos inquietos nada quedó en pie, todo lo arrasaron, lo quemaron, lo aplastaron, lo torturaron, lo mataron. Cincuenta y seis millones de hermanos indios esperan desde su oscura muerte, desde su espantoso genocidio, que la pequeña luz que aún arde como ejemplo de lo que fueron algunas de las grandes culturas del mundo, se propague y arda en una llama enorme y alumbre por fin nuestra verdadera identidad, y de ser así que se sepa la verdad, la terrible verdad de cómo mataron y esclavizaron a un continente entero para saquear la plata y el oro y la tierra. De cómo nos quitaron hasta las lenguas, el idioma y cambiaron nuestros dioses atemorizándonos con horribles castigos, como si pudiera haber castigo mayor que el de haberlos confundido con nuestros propios dioses y dejado que entraran en nuestra casa y templos y valles y montañas.”
De “Vienen por las islas”:
Los carniceros desolaron las islas.
Guanahaní fue la primera
en esta historia de martirios.
Los hijos de la arcilla vieron rota
su sonrisa, golpeada
su frágil estatura de venados,
y aún en la muerte no entendían.
Fueron amarrados y heridos,
fueron quemados y abrasados,
fueron mordidos y enterrados.
Datos de interés:
– Los pueblos con organizaciones socio-políticas más complejas comenzaron a desarrollarse en América desde hace 3 mil años antes de Cristo, y a la llegada de los españoles no había una, dos o tres culturas como suele enseñarse y difundirse, había infinidad de culturas a lo largo de todo el territorio americano.
– Con la llegada de los conquistadores se inició un exterminio que arrasó con 90 millones de pobladores de la región y quebró el desarrollo cultural de este lado del Atlántico.
– Un mundo que fue invadido por el apetito imperial y la soberbia eurocentrista, y sumió en la desolación la cosmovisión milenaria de la vida americana.
– Definido primero como “Descubrimiento de América”, luego como “Día de la Raza”, más tarde como Encuentro de Culturas, la llegada de los peninsulares fue, para los pueblos originarios y para la historia universal, una invasión, una masacre.
– El poder en América comenzó a recorrer el camino de la aculturación, de la evangelización, la colonización, la destrucción de las economías autóctonas, y todo pasó a ser dominio de los invasores, tanto las riquezas naturales cuanto los hombres.
– Las riquezas se fueron a la metrópoli y los hombres murieron en los socavones, en el dolor frente a tanta barbarie, en las enfermedades que llegaron de Europa.
– Siglos después se abrieron los procesos de independencia con luchas que recorrieron el continente y que fueron lideradas por los criollos, quienes expulsaron a los españoles.
Más tarde, los criollos edificaron los Estados Nacionales pero dejaron afuera a los pueblos originarios, invadieron sus tierras y los persiguieron.
– Se imponía una concepción racista al interior de los poderes locales.
– No obstante, en las márgenes de esta historia y en medio de la destrucción, de la atomización y del dolor más profundo, hubo permanentes luchas de resistencia.
Y continuaron circulando los valores de las viejas culturas, que se fueron transmitiendo de abuelos a nietos en la más absoluta intimidad y clandestinidad.
“Ser” fue la aspiración que las distintas culturas originarias buscaron en forma subterránea.
– Hoy mantienen vivo su origen y su cultura entre 50 y 60 millones de habitantes de Latinoamérica, según cifras de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Bolivia, Perú, Guatemala y Ecuador son los países donde la población es mayoritariamente indígena, luego sigue México y Honduras y el conjunto del subcontinente, donde el mestizaje testimonia las huellas originarias.
No obstante, las cifras sobre población indígena son difíciles de precisar por la misma discriminación y negación que sufren los pueblos originarios.
– Distintos historiadores coinciden en que el 12 de octubre no hay nada que celebrar, que no se puede celebrar la conquista y destrucción de pueblos.
Coinciden en que el festejo como “acto civilizatorio” -que es la idea que rigió para justificar su conmemoración- niega el valor de la vida humana, desconoce a los pueblos originarios y a los avances en las investigaciones de las ciencias sociales, que revelan “la otra historia”.
– Los pueblos originarios contemporáneos fueron los primeros en oponerse al festejo del 12 de octubre y organizaron un contrafestejo el día anterior como el último momento de libertad.
Como parte del contrafestejo, los reclamos por sus derechos vienen de lejos, la tierra, los recursos naturales, la identidad, la lengua, y abarcan todo el territorio latinoamericano.
– Sobre los datos oficiales acerca del genocidio americano, no existe un consenso generalizado entre los historiadores. En parte debido a cuestiones políticas como a la falta de registros oficiales que ayuden a hacer una aproximación de las víctimas indígenas del colonialismo europeo.
Sin embargo, existen estudios realizados por organismos independientes. Según la organización pro indígena Survival:
El marco de represión en el que se desarrolló este régimen de dominación, incluidas las guerras pertinentes, es conocido a través de sus consecuencias. En 1492 había aproximadamente 90 millones de indígenas viviendo en América (66,5 millones en Sudamérica; 13,5 en América Central y 10 millones en Norteamérica). Cien años más tarde el equilibrio demográfico se había roto de tal manera a causa de las guerras, las enfermedades y las matanzas, que los habitantes indígenas de Sudamérica se habían reducido en 40 millones de personas. En 1652, los 13,5 millones de indios centroamericanos se habían transformado en 540.000. Y en 1692, en el segundo centenario del desembarco europeo en América, la población indígena total superaba apenas los 4,5 millones de habitantes, según datos proporcionados por la organización Survival International.
El propósito del post es para rememorar nuestra historia para no olvidarla; es para conmemorar a nuestros antepasados para dignificar su memoria. Este post es un grito de nuestra verdad y si alguien se incomoda por ello, pues que lo asuma en silencio sin atreverse a defender lo indefendible.

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