La ruta que va de
Sabaneta al Pico Duarte, siento yo, que es la más dura, la más difícil. Se sale
del pueblo de Sabaneta, hasta llegar al primer refugio que es el Alto de la Rosa , por un camino lleno de dificultades y precipicios
peligrosos, en donde la presa de Sabaneta ocupa casi todo el paisaje.
Mientras nos alejamos
del pueblo vamos dejando atrás, casas diseminadas a lo largo de un buen trecho
del camino, desde las empalizadas, niños con el hambre dibujada en el cuerpo nos
dicen adiós con sus manos escuálidas, sus miradas enfermas por el hambre nos
persiguen más allá del olvido, dejando en nuestras conciencias el amargo sabor
de la impotencia.
Se asciende por un
sendero de bosques y precipicios, quedando hechizadas nuestras miradas por lo
espectacular de un paisaje que permanecerá durante todo el viaje y donde la
presa de Sabaneta, pintada en el lienzo vegetal del paisaje, nos acompañará más allá del Alto de la rosa.
Sí se sale a las seis
de mañana del pueblo de Sabaneta, ya a las dos de la tarde el primer grupo habrá
llegado al refugio, donde uno se encuentra con la dificultad de que no hay agua,
hay que ir a buscarla a un arroyo un poco distante. Aunque existe un tanque
donde a veces podemos encontrar el preciado líquido que utilizan los guardias
de foresta que protegen este parque nacional para sus actividades cotidianas.
Recuerdo que cuando hicimos el trayecto de Constanza a Sabaneta. De Macutico al Alto de la Rosa nos extraviamos y
llegamos como a las once de la noche al refugio, cansados y con hambre y por un
descuido de los guías, que no se llevaron de mi consejo de coger agua en uno de
los arroyos, llegamos sin ese líquido al refugio y tuvieron que volver atrás a
buscar agua para cocinar y para el trayecto que va del Alto de la Rosa a Sabaneta, ya que hay un buen trecho sin
agua.
El Alto de la Rosa es una caseta con dos
habitaciones, varias camas y una cocina, también existe en el lugar una torre
de vigilancia y un mirador desde donde se puede observar el hermoso paisaje,
que rodea el lugar.
De este refugio por lo
duro del trayecto, hay que salir bien temprano para llegar con las luces del
día, al segundo refugio que es Macutico. El camino es interminable y hermoso, con
lugares espectaculares como es la piedra del aguacate, en donde hay que hacer
una parada necesaria y darse un baño en el arroyo del mismo nombre, para luego
emprender el camino hacia el valle de Nunca Jamás, como lo hemos bautizado
nosotros, por lo sobrecogedor que resulta ese trayecto desolado e inmenso en donde uno
siente como la inmensidad del paisaje aletea sobre nuestras cabezas como un ave
de mal agüero, esa vez encontramos a Cristián llorando, perdido en su propia
soledad y dos horas más tarde, Brito, se sentó en una piedra a orilla del
camino y dijo en voz alta, he caminado tanto que ya no se para donde voy.
Cruzar ese valle es
una experiencia indescriptible, sobrecogedora, a mí me ha tocado pasarlo en la
noche, sin guía y con un grupo de caminantes agotados, esa vez por un momento perdimos el camino y
nos sentimos perdidos, pero gracias a Dios pudimos encontrar nuevamente el
sendero y emprender nuevamente el rumbo hacia Macutico, esa experiencia fue
para mí inolvidable.
Esa vez arribamos como
a las diez de la noche al refugio, recuerdo que cuando llegamos a Lilí, de la alegría le dio un ataque de nervios. Este refugio, esta ubicado en una llanura
desolada, últimamente afectada por los incendios, lo que le da un aspecto
fantástico, en ese lugar en las noches se puede sentir el peso de la soledad en
la piel, el frío cala los huesos y el halo de misterio que ronda en el ambiente
nos acerca más a los compañeros de viaje y nos deja en el alma la infinita
sensación de la ausencia.
De Macutico, se llega
al Pico Duarte y luego se baja a la Compartición , es un
trayecto agotador, pero más corto, se avanza por un camino que el tiempo y los
incendios casi han borrado, donde aun quedan arboles gigantescos, animales
misteriosos y pájaros invisibles, hay que caminar con mucho cuidado para no
perderse y sí es hombre se corre el riesgo de ser secuestrado por una ciguapa,
que lo llevará a su cueva y lo esclavizará por siempre.
Lo más impresionante
del viaje es cuando uno baja agotado la loma del Barraco y se encuentra de
frente con la pelona, inmensa, inalcanzable, agotadora, y uno en su interior se
interroga, sí tendrá las fuerzas suficiente para alcanzar la cima. Llegar hasta
la cúspide de la Pelona
para muchos es un calvario interminable,
pero ya en ella se desciende un poco hasta la caseta del Vallecito de
Lilís, donde es necesario un breve descanso, para seguir, hasta coronar la cima
del Pico Duarte.
Del Pico Duarte se
desciende hasta la caseta de la
Comparición , en donde se amanece y al otro día tempranito,
por un camino repetido y hermoso se baja hasta la Ciénaga de Manabao, en
donde nos espera la guagua que nos llevará de regreso a la ciudad.
Domingo Acevedo.
2011.
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