Crecida de lagos es por cambio climático
CONCLUSIÓN DE INVESTIGADORES DEL COLLEGE DE NUEVA YORK E INTEC
Ramón Pérez Reyes, Santo Domingo
Investigadores del City College de Nueva York (CCNY) y del Instituto Tecnológico de Santo Domingo (Intec) concluyeron que es consecuencia del cambio climático la crecida de los lagos Enriquillo y Azuei, y de los demás ríos subterráneos de la frontera suroeste con Haití.
El estudio confirma la teoría que en 2009 dio a conocer el fallecido ingeniero dominicano, Héctor Morillo Rodríguez, quien planteó que el enfriamiento de la temperatura en la zona ha reducido el proceso de evaporación de las aguas de esa cuenca considera endorreica, porque no tiene salida al mar.
Los responsables del estudio, que contó con el apoyo del Fondo Nacional de Innovación y Desarrollo Científico Tecnológico (FONDOCyT), y del Ministerio de Educación Superior (MESCyT), definen la situación como compleja.
Dice el estudio que la cuenca del Lago Enriquillo es parte del antiguo canal marino que se extiende desde la Bahía de Neiba hasta la de Puerto Príncipe, en el Golfo de Gonaive, en Haití.
“Esta es una zona con déficit hídrico inmenso, que raya en el estrés de la escasez hídrica, de ahí su poco desarrollo en la agropecuaria, además de la gran extensión de los suelos salinos”, dice el informe de Morillo Rodríguez, publicado por la revista Atajo, que dirige el periodista Ramón Narpier, en colaboración con un equipo de profesionales ligados a la ciencia y medio ambiente.
Dice que las temporadas ciclónicas de los años 2007 y 2008 aportaron en la cuenca del lago Enriquillo volúmenes de agua increíblemente importantes, llegando a enfriar la temperatura de ese lago.
Explica que eso ha permitido una reducción en la evaporación de las aguas de la zona, que no tiene salida al mar y la única salida de agua es mediante la evaporación.
Agrega que las entradas de agua al lago durante esas temporadas fueron excepcionales, lo que pone de manifiesto una variación en el clima del país y de la región.
En tal sentido, concluyó que el cambio climático podría estar influyendo en la isla manifestado por el comportamiento de las lluvias de los últimos siete años de actividad climática en la región.
El informe de CCNY
Los investigadores de la universidad norteamerica plantean como hipótesis que existe “un cambio de patrón hidro-climático”, debido a un desequilibrio hidrídico en la región, lo cual sería la causa principal del crecimiento del lago.
“Se presume que un aumento en la temperatura de la superficie del océano (SST, por su sigla en inglés) aumentaría la evaporación sobre el mismo y a su vez el contenido de humedad ambiental, la precipitación acumulada en la superficie, y la precipitación vertical en toda la región”, indica el resumen ejecutivo presentado por los investigadores.
Estos factores, sumados a cambios en la cobertura y el uso de la tierra (LCLU, por su sigla en inglés) en las sierras que rodean el lago y a una reducción en la evaporación sobre la superfi cie del lago, aumentarían la escorrentía por las laderas de las montañas, depositando más agua en los lagos y los acuíferos que los suplen, agregó.
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LA SECUELA POR LA CRECIDA DEL LAGO
La Hoya del Lago Enriquillo, según la batimetría del Instituto Dominicano de Recursos Hidráulicos (Indrhi), de 1992, alcanzaba cotas en la mayor parte de su depresión.
El lago ha crecido en una superficie de 28 kilómetros, por lo que 340,000 tareas con vocación productiva agrícola y ganadera están bajo agua.
Estas inundaciones han colapsado las actividades productivas de 2 mil 400 familias que dependen de la explotación de estos suelos con actividades agrícolas y ganaderas. Estas familias, agrega, han perdido su único medio de ingreso.
Unas 552 familias que participan en la feria comercial y otras 850 personas que realizan actividades relacionadas al mercado, como el motoconcho, han sido afectados. Como si se tratara de una compensación de la naturaleza, el despertar en la zona ahora no solo está acompañado de un tibio sol mañanero sino también del agradable sonido de distintas aves que antes habitaban a kilómetros de distancia, y ahora prácticamente “están en los patios de las viviendas”.
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