LA PRIMERA VEZ QUE SUBI AL PICO DUARTE.
He subido muchas veces al Pico Duarte. La primera vez que subí, lo hice por San Juan, eso fue en enero del 1990 y desde entonces quedé enamorado de esos lugares de fantasía.
He hecho todas las rutas conocidas y otras las hemos unidos como fue irnos desde Constanza hasta San Juan, y de Azua hasta Mata Grande y sí me preguntan cual es la ruta que más me gusta, diré sin titubear, la de San Juan, La Ciénaga
En esta ruta, el primer trayecto va de Sabaneta al Alto de la Rosa, es una sola subida hasta el refugio del Alto de la Rosa en donde hay una torre de vigilancia y una terraza que sirve como mirador, desde donde se puede observar un paisaje espectacular, y desde la torre de vigilancia se domina una gran parte del parque, yo me atreví con otros compañeros a dormir una noche en esa torre del Alto de la Rosa.
Lo más impresionante de este trayecto es la presa de Sabaneta que en la medida que vamos subiendo, su vista se va haciendo más y más impresionante, hasta quedarse por siempre en el recuerdo de cada uno de nosotros.
El segundo trayecto va desde el Alto de la Rosa hasta el Macutico, es un trayecto interminable con una parada obligada en la piedra del Aguacate, en donde hay un arroyo de agua casi helada y donde necesariamente hay que darse un baño,
Después de la piedra del Aguacate se empieza a subir hasta una altura máxina de 2440 metros sobre el nivel del mar, cuando se empieza a descender en algún momento se divisa la caseta del Macutico como sí fuera un espejismo, una meta que en la distancia parece inalcanzable, pero a la que hay que llegar cueste lo que cueste, después de horas de subir y bajar, se llega a un valle interminable, que nosotros bautizamos, el Valle de Nunca Jamás, este es un valle de una belleza desoladora, en el cual nos ha tocado vivir experiencias inolvidables, después del valle, cruzamos un bosque de tupidos árboles, un puente hecho de troncos de árboles caídos, subimos una pequeña elevación de tierra y a pocos metros está la cabaña del Macutico.
Este es un lugar mágico, un valle de pajones y flores silvestres, donde se dan muy bajas temperaturas y donde uno se siente como perdido en medio de la nada, lejos de todo. Una noche mientras dormía sentí que alguien se acurrucaba a mi lado, era Loretta que se sintió tan sola, que sintió la necesidad de estar al lado de alguien, esa sensación de soledad la hemos sentido todos los que hemos dormido allí, en el Macutico y es indefinible, es como sentir el peso del silencio en el alma, es mirar alrededor y sentirnos desamparados, es sentir que el día se hace interminable, que la tarde te aplasta contra el horizonte, que la noche te absorbe en sus misterios y al otro día te vomita intacto.
Del Macutico, el trayecto es hasta la Compartición pasando por el valle de Lilís y el Pico Duarte. Este trayecto es de una belleza extraordinaria, lo más espectacular es cuando uno baja la loma del Barraco y aparece la Pelona inmensa, semejante a un cono, desafiante a la vista del caminante, subirla es agotador, coronar su cima es haber triunfado sobre el cansancio.
De la cima de la Pelona se llega al vallecito de Lilís, un descanso obligado antes de subir al Pico Duarte, de ahí a la cima más alta de las Antillas queda poco más de un kilómetro, que se hace con entusiasmo, ya en el Pico Duarte, las fotos necesarias y la satisfacción de haber cumplido con la meta que nos dimos, ahora el regreso, amanecer en compartición y al otro día temprano, hacia la Ciénaga en Manabao.
De la Compartición a la Ciénaga es un largo trayecto casi siempre bajando, se llega a Agüita, donde está el nacimiento del río Yaque del sur, es un lugar sumamente frío, en donde uno se abastece de agua, para seguir hasta el cruce, ahí está el camino que lleva hasta el Valle del Tetero, del cruce hasta los Tablones, últimamente en este trayecto el lodo dificulta la caminata, uno llega a los tablones con lodo hasta en las cejas, generalmente uno se detiene en los Tablones se quita un poco de lodo en el río y continua hasta la Ciénaga que es el destino final, en donde nos espera la guagua que nos llevará de regreso a la ciudad.
DOMINGO ACEVEDO
2009
Este es un homenaje a los guías que han viajado Con nosotros a Nardo y sus compañeros de Azua, a Vitico y Ramón, de Mata Grande, a Francisco y sus compañeros de Sabaneta, San Juan, a los de Constanza sus nombres lo olvidé pero el recuerdo de ellos lo llevo en el corazón, a Pedrito y sus hijos de la Cienaga Manabao.
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