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jueves, 16 de agosto de 2018

La Guerra de la Restauración

La Restauración fue un movimiento popular y nacionalista que mediante la guerra
revolucionaria,
devolvió a la República Dominicana su independencia, el 3 de marzo de 1865.
La Restauración fue un movimiento popular y nacionalista que mediante la guerra
Revolucionaria, devolvió a la República Dominicana su independencia.
La base social de ese movimiento estaba constituida, fundamentalmente
por campesinos, la gurgucia urbana. Estas clases enarbolaron la bandera
del Republicanismo democrático como representantes del progreso económico Social
y Político en su época histórica.
La Restauración fue además el mayor movimiento armado que conoció el país en toda
su existencia, a partir incluso de los tiempos coloniales.
El 16 de agosto, los dominicanos conmemoran otro aniversario del inicio de los actos
bélicos, que desataron la guerra domínico-española, por la restauración
de la República Dominicana, que había sido proclamada el 27 de febrero de 1844,
pero desde su fundación estuvo amenazada por las luchas intestinas de sus fundadores
y otros que aún siendo acabados de llegar, ejercieron un protagonismo y una presión
tan deliberante, que terminaron desplazando a los más sacrificados por la patria.
A estas luchas de intereses entre los dominicanos, se sumaron las constantes invasiones,
amenazas y presiones de los haitianos, quienes alegaban que desde el tratado de Basilea
en 1795, la isla era una sola e indivisible y por lo tanto se oponían a la independencia
del territorio que ellos siempre habían reclamado y que habían gobernado
desde el 9 de febrero de 1822, hasta el 27 de febrero de 1844.
También presionaban e instigaban potencias como Francia, España,
Inglaterra y el naciente imperio del norte, como llamara José Martí a los Estados Unidos
de América. Estas potencias no tenían ningún interés real en el territorio dominicano,
sino tenerlo como base para sus defensas o para atacar a otras potencias,
por eso el desenfrenado interés por la estratégica bahía de Samaná.
En el caso de los haitianos, ya que ellos sólo querían esa parte de la isla para evitar
que cayera en manos de alguna de esas potencias y en caso de verse atacados,
dar a Quisqueya como botín de guerra, en un eventual acuerdo de paz.
En este estado de efervescencia, intranquilidad e inestabilidad social, política
y económica, así como los constantes cambios de gobernantes y el revanchismo
político, el país pasó sus primeros trece años de vida republicana,
hasta que el 7 de julio de 1857, estalló un movimiento en todo el Cibao,
que es conocido en la historia dominicana como la Revolución de Julio
y terminó con el derrocamiento del segundo gobierno de Buenaventura Báez
y abriendo el camino para el tercer y último gobierno de Pedro Santana.
El proceso de la anexión a España fue largo, ya que se acompañó de proyectos
y gestiones como las que encabezaron Buenaventura Báez en 1846 y 1857, Mella
Felipe Alfaú en 1853.
Ya para 1860 la anexión a España comienza a germinar, a raíz de una larga exposición
que escribió Pedro Santana a la reina Isabel II.
En esa carta Santana fundamenta la solicitud, señalando entre otras cosas,
que el hecho de tener el mismo origen, religión y costumbres “nos inclinan a desear
encontrar esa estabilidad en una más perfecta unión con la que fue nuestra madre
patria que la que existe y seguramente nos presentará mejor oportunidad
que las que ofrecen hoy las circunstancias”.
Como resultado de esta solicitud, llegó a Santo Domingo el general español Gutiérrez
de Rubalcaba para estudiar la situación y rendir un informe, el cual fue favorable
a la petición
de anexión y Santana procedió a someter las bases en que debía apoyarse la anexión,
las cuales especificaban lo siguiente:
  1. El respeto a la libertad individual y al principio de no esclavitud.
  2. Que el territorio dominicano fuera considerado como una provincia española 
  3. y como tal, disfrutará de los derechos correspondientes.
  4. La utilización del mayor número de hombres, especialmente los del ejército, que desde 1844 
  5. habían prestado importantes servicios a la patria.
  6. La amortización del papel moneda circulante, como una de las primeras medidas.
  7. El reconocimiento y validez de los actos gubernamentales, ocurridos en el país 
  8. desde 1844.
Al comenzar el año 1861, los anexionistas se apoyaban en todo tipo de excusas
para simular sus propósitos y mientras por un lado justificaban ante el gobierno español
que la anexión se haría “conforme a los deseos que siempre habían manifestado
los dominicanos”, por el otro lado se desarrollaba una política represiva,
tratando de ahogar en sangre, cárceles y deportaciones, todo tipo de protesta
que iban surgiendo en el país, y también se buscaba y se obtenía
al precio que fuera, adhesión de los jefes militares y de grupos
y personalidades influyentes.
Se colocaron personas de extrema confianza en los puestos claves,
se escribieron circulares a funcionarios civiles y militares, así como a los cónsules
y representantes diplomáticos acreditados en el país y se puso en funcionamiento
la maquinaria propagandística para comunicarle al país, que ya la anexión
era una realidad.
Para las primeras horas de la mañana del 18 de marzo de 1861, Pedro Santana,
el primero y último presidente de la que hasta entonces había sido la República Dominicana,
convocó al “pueblo” a la plaza de la catedral, hoy parque Colón, para darle oficialmente
la “gran noticia” y bajar la bandera dominicana, para izar el pabellón español
y entre las proclamas y argumentos en el acto de entrega, Santana proclamó
lo siguiente:
“España nos protege, su pabellón nos cubre, sus armas impondrán a los extraños,
reconoce nuestras libertades; Y juntos las defenderemos, formando un solo pueblo,
una sola familia, como siempre fuimos; Juntos nos presentaremos ante los altares
que la madre patria erigiera”.
La vuelta a la situación colonial se puso de manifiesto no sólo con la reincorporación
del territorio a España, sino con el establecimiento de viejas modalidades coloniales,
tales como instauración de las instituciones jurídicas hispánicas, un clima inquisitorial
y de intolerancia religiosa, el predominio de los peninsulares y los prejuicios raciales frente
a los nativos, entre otras barbaridades.
Al producirse la anexión, Pedro Santana quedó como gobernador interino de la colonia,
hasta que fue confirmado en el mando en mayo de 1861, cuando la reina Isabel II
reconoció oficialmente el traspaso territorial y empezó a tomar decisiones
en su readquirida colonia, mandando personal administrativo desde Cuba y Puerto Rico,
pero antes se hicieron oír las protestas de países como Chile, Perú, Haití, Francia,
Inglaterra, Venezuela, Alemania y Estados Unidos, entre otros.
El descontento de muchos nativos que se oponían a la anexión,
nunca se apagó y por el contrario, todas las medidas y accionar de los españoles,
contribuían a incrementar el sentimiento patrio y muy pronto comenzaron los focos
de resistencia que luchaban por el retorno a la vida republicana, que con sus virtudes
y defectos, garantizaba por lo menos un mínimo
de libertades e igualdad entre los ciudadanos.
España en ningún momento cumplió con los acuerdos que fundamentaban la anexión
y las medidas económicas y represivas en contra de la población, no sólo traspasó
lo administrativo y militar, sino que también volvieron medidas esclavistas y raciales,
donde hasta la Iglesia Católica desconocía a los sacerdotes dominicanos.
Se fueron desatando varios movimientos tendentes a expulsar a los españoles
y restablecer la república, como el levantamiento en Moca dirigido por José Contreras,
el movimiento de la Regeneración Dominicana y el asalto de Neyba,
ocurrido en febrero de 1863, dirigido por Cayetano Velásquez,
también el día 21 de febrero de ese mismo año, Santiago Rodríguez encabezó
un movimiento que culminó con el levantamiento y toma de Guayubin,
donde los dominicanos sorprendieron la guarnición española y convirtieron toda la región
noroeste en un bastión importante de la resistencia, ya que lograron el levantamiento
de varias comunidades.
El estado de sitio, los apresamientos y fusilamientos emprendidos por los españoles,
acrecentaron aún más las luchas de los restauradores y el amanecer del 16 de agosto
de 1863, fue fiel testigo del ataque a Santiago, por hombres encabezados
por Benito Monción, Gaspar PolancoBenigno Filomeno Rojas, Cayetano Germosén,
Olegario Tenarez, Eugenio Miches y Gregorio Luperón, entre otros.
Mientras que otro grupo encabezado por Santiago Rodríguez, Pedro Antonio Pimentel,
José Antonio Salcedo, Lucas Evangelista de Peña y Federico de Jesús García, e
ntre otros, enarboló la insignia tricolor, símbolo del pabellón dominicano,
en el cerro de Capotillo, en la hoy provincia de Dajabón.
El movimiento restaurador abarcó a todos los sectores en los diferentes aspectos sociales,
políticos y militares, en los que también podemos destacar la ayuda económica y bélica,
de países como Venezuela y Haití.
Para finales del año 1864, ya el movimiento restaurador abarcaba todo el territorio
dominicano, bajo el criterio de que la República todavía existía y bajo la consigna de
“Libertad o Muerte” y “Guerra a Muerte Contra el Colonialismo Español y los Traidores
a la Patria”.
Al comenzar el año de 1865, Geffrard, el presidente de Haití, envió un comisionado
para mediar en la guerra y en los intercambios de prisioneros, que ya se había iniciado
entre comisionados españoles y restauradores, así como el acuartelamiento y ubicación
de todas las tropas españolas.
El día 3 de marzo de 1865, el gobierno español emitió el “Real decreto” que determinó
el abandono por parte de España, del territorio dominicano y anulando el pacto de anexión.
Las tropas españolas iniciaron el proceso de evacuación el día 10 de julio de 1865,
iniciándose así la segunda república bajo el mando de Pedro Antonio Pimentel,
quien había sustituido a la Junta Central Gubernativa, el primero de marzo.
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