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domingo, 17 de agosto de 2025

Analisis de la IA del poema Nueve años de eternidad, en lo Ineditamente Efimero.

 

Analisis de la IA del poema Nueve años de eternidad, en lo Ineditamente Efimero.

 

Nueve años de eternidad (1961-1970): Un análisis de la memoria y el desarraigo en la poesía de Domingo Acevedo

1. Preludio: Identidad, Temporalidad y Disrupción

El análisis de la obra de Domingo Acevedo, "Nueve años de eternidad (1961-1970)", requiere una base sólida que aborde tanto la identidad del poeta como el contexto socio-histórico en el que se inscribe su obra. La investigación previa revela una ambigüedad en la autoría, lo que exige una aclaración inicial. A pesar de que los materiales de consulta mencionan a un poeta llamado Daniel Acevedo y a un beisbolista con el nombre de Domingo Acevedo , la evidencia apunta a que el sujeto de este estudio es un poeta dominicano cuyo trabajo se distingue por un profundo "compromiso social". Este Domingo Acevedo es descrito como miembro de movimientos poéticos de gran conciencia social como la "Brigada Cimarrona" y el "Movimiento Poetas del Mundo". Su obra, caracterizada por "sentimiento, dolor y color envueltos en recuerdos" , se alinea directamente con los temas de la pérdida y el desarraigo que se exploran en el poema en cuestión. Además, la existencia de su libro "Espejismo de luna llena" y otros trabajos como "Antología del Asombro" y "América, Ciudad de Papel" valida su estatus como un autor literario, despejando cualquier confusión de identidad.

La década de 1961 a 1970, que el poema aborda, es un período crucial en la historia de la República Dominicana, marcado por una dramática transición. Este lapso de tiempo no es una mera coincidencia, sino el telón de fondo que da sentido a la narrativa poética. El período que va desde 1961 hasta 1966 se caracteriza por una "continua crisis política" tras el asesinato del dictador Rafael Trujillo. Este quinquenio estuvo definido por una sucesión de gobiernos inestables, el derrocamiento del gobierno democrático de Juan Bosch y una cruenta Guerra Civil en 1965 que culminó con una intervención militar de Estados Unidos. La inestabilidad de este período de posdictadura, sin un poder centralizado y represor, pudo haber ofrecido una efímera ventana de esperanza para el regreso de aquellos que habían sido previamente desalojados de sus tierras, una posibilidad que el poema de Acevedo parece capturar.

A partir de 1966, el panorama político cambia radicalmente con el inicio de los "Doce Años de Balaguer". Si bien la llegada de Balaguer al poder trajo "estabilidad política y normalización de las actividades" , también inauguró una era de "represión y violaciones a los Derechos Humanos". Las políticas agrarias de Balaguer, que incluyeron la construcción de grandes obras de infraestructura y, en otros casos, desalojos para la "protección del medio ambiente" , proporcionaron el contexto para el "desalojo final" que menciona el usuario. La narrativa del poema, por lo tanto, traza un arco causal desde la esperanza inicial de un retorno, alimentada por el colapso del antiguo régimen, hasta la pérdida definitiva y trágica, impuesta por la consolidación del nuevo orden político bajo Balaguer. Esta transición de un caos prometedor a una represión estructurada es la fuerza motriz que articula la dualidad temática de la obra.

Cronología de la República Dominicana (1961-1970)
Año(s)Eventos Políticos y Sociales Clave
1961-1962Muerte de Trujillo y fin de la dictadura. Inicio de una crisis política con sucesión de gobiernos.
1963Elección y posterior derrocamiento de Juan Bosch. Instauración de un gobierno de facto (el Triunvirato).
1965Estallido de la Guerra Civil de Abril. Ocupación militar de Estados Unidos y división del poder.
1966Elecciones en las que Joaquín Balaguer resulta ganador. Inicio de los “Doce Años” caracterizados por estabilidad y represión.
1966-1970Consolidación del poder de Balaguer y sus políticas, que incluyen desalojos de tierras.

2. El Desarraigo: Ruptura y Reconstrucción de la Identidad

La obra de Acevedo profundiza en la experiencia del desarraigo, un trauma que no se limita a un evento físico, sino que se manifiesta como una ruptura profunda en la identidad individual y colectiva. El poema explora una "dualidad de la memoria" que se manifiesta en la tensión entre el recuerdo de un regreso lleno de esperanza y la memoria de una pérdida definitiva. El acto de "regreso a la tierra después de ser desalojados" simboliza la reconexión con un pasado y la tentativa de restaurar una identidad despojada. Sin embargo, este momento de reencuentro es brutalmente interrumpido por el "desalojo final por Balaguer", que no solo significa una nueva expulsión física, sino que también anula la posibilidad de una sanación completa. Esta secuencia de eventos establece la memoria como un espacio fracturado, donde la esperanza de un pasado recuperado coexiste con el dolor de un presente irrevocablemente vacío.

La narrativa de la obra se construye en torno a este trauma, que según la teoría literaria, crea un "vacío en la memoria" y afecta la constitución del ser. El título del poema, "Nueve años de eternidad", sugiere que este período, marcado por una profunda pérdida, se convierte en un estado de ser perpetuo para los afectados. El desarraigo se vive como un tiempo sin fin, una herida que no cicatriza. El poema se convierte en una herramienta para llenar este vacío, una forma de "deconstrucción y resignificación" donde las palabras se convierten en un refugio contra la amnesia. A través de este proceso, el poema no solo documenta la historia, sino que también crea una nueva identidad poética, una que se niega a ser borrada.

El dolor del desarraigo está intrínsecamente ligado a la geografía de la pérdida. El poema probablemente contrasta la visión oficial del gobierno de Balaguer, que justificaba sus políticas de desalojo como parte del "progreso" y la "protección del medio ambiente" , con la realidad vivida por los campesinos. Para el Estado, el desalojo es una medida administrativa; para la comunidad, es una tragedia personal y colectiva. El poeta transforma esta política impersonal en una vivencia profundamente humana, donde la tierra no es solo un recurso productivo sino un ser vivo con el que la comunidad tiene un vínculo ancestral. Este quiebre no es solo la pérdida de un hogar, sino la interrupción de una conexión con las raíces, los lazos sociales y las memorias familiares que residen en ese lugar. La obra de Acevedo, por lo tanto, se erige como una crítica social que expone la violencia inherente en la modernización a expensas de las poblaciones rurales.

3. El Tejido de la Comunidad: Una Resistencia Mnemotécnica

El poema de Domingo Acevedo, al abordar el desarraigo, no solo describe la pérdida, sino que también construye un poderoso acto de resistencia a través del lenguaje. Una de las estrategias centrales para este fin es el uso del "catálogo de nombres". En la poética de la memoria, un listado de nombres no es una mera enumeración, sino una forma de onomástica literaria, que investiga la "función poética del nombre propio". Al recitar los nombres de los afectados, el poeta los rescata del anonimato burocrático de los registros oficiales del desalojo y los inviste de dignidad y presencia histórica.

Mientras que el gobierno de Balaguer puede haber tenido su propia "lista fría e impersonal de desalojados" , el catálogo de nombres de Acevedo es una "contra-historia". Es un memorial viviente, una lápida poética que afirma que, aunque la comunidad fue borrada de la tierra, no será borrada de la memoria. Este acto poético de nombrar es una forma de "liturgia de la presencia", un rito que preserva la identidad colectiva frente a la aniquilación. La enumeración, como recurso literario, subraya la magnitud de la pérdida , transformando la estadística en una acumulación de rostros e historias.

El tejido comunitario se ve reforzado por la centralidad de las mujeres, a quienes el poema probablemente eleva a la categoría de matriarcas. En la cultura rural dominicana, las mujeres han sido históricamente "agentes de cambio y crecimiento" y pilares fundamentales de la "cohesión social". La matriarca es el ancla emocional y social de la familia y la comunidad. Su papel va más allá de lo doméstico, ya que en estas comunidades rurales, las mujeres a menudo asumen roles vitales como "curanderas" y "parteras" , convirtiéndose en guardianas del conocimiento ancestral y de la salud de la comunidad. La presencia de estas figuras en el poema simboliza el espíritu vital y la resiliencia de la comunidad.

El desalojo, al arrancar a estas matriarcas de su entorno, no solo destruye los hogares, sino que también "arranca el núcleo espiritual" de la comunidad. La conexión de estas mujeres con la tierra a través de sus prácticas curativas y de parto hace que el desarraigo sea una metáfora de la violación del propio "espíritu de la tierra", donde la "madre naturaleza" y la matriarca humana están inextricablemente ligadas. El poema, al destacar su papel, no solo rinde homenaje a su fortaleza, sino que también eleva la lucha de la comunidad a un plano existencial, donde la supervivencia de la memoria y la cultura depende de la resistencia de estas figuras femeninas.

4. Simbolismo de la Geografía y el Cosmos

La obra de Acevedo se sirve de la geografía como un lenguaje simbólico para narrar el conflicto entre el pasado rural y el presente urbano de la República Dominicana. El poema probablemente contrasta los lugares de la comunidad campesina con los espacios de la modernización forzada. El "desalojo final" es un evento que ocurre en el contexto de un modelo de desarrollo que transformó radicalmente la capital dominicana. La Esperilla, por ejemplo, es descrita en la investigación como un área que evolucionó de una zona agrícola en las afueras de la ciudad a un barrio de lujo con "torres residenciales de lujo". Esta "verticalización" y la construcción de grandes avenidas como la 27 de Febrero fueron políticas emblemáticas del gobierno de Balaguer. Por otro lado, la investigación señala que Laguna de Manganagua es un "barrio" de "clase media a baja" , que representa una realidad social muy diferente.

La obra probablemente utiliza este contraste geográfico para plantear una crítica del modelo de "desarrollo" del balaguerismo. La prosperidad de lugares como La Esperilla y la infraestructura de Balaguer , que a primera vista parecen ser signos de progreso, se presentan en el poema como la contraparte de la miseria y el desarraigo de la población rural. El desalojo de los campesinos es un paso brutal y necesario para la consecución de este nuevo orden social y urbanístico. La geografía del poema se convierte en un mapa de la desigualdad, donde el lujo de las nuevas torres se levanta sobre la memoria de la tierra que fue arrebatada. El viaje de la comunidad, de su tierra natal a los barrios empobrecidos de la periferia, es un comentario sobre cómo la modernización de la nación se construyó a expensas de los más vulnerables.

Simbolismo de Lugares y la Naturaleza
Elemento/LugarSignificado Histórico/Geográfico
La Tierra NatalTierras de cultivo, hogar y arraigo de la comunidad.
El Desalojo

Una política gubernamental del período de Balaguer.

La Esperilla

Un barrio que se transforma de rural a residencial de lujo bajo el balaguerismo.

 Manganagua

Fue una zona rural donde habia una laguna hoy es un barrio de clase media  baja en Santo Domingo.

El Río Haina

Una vía fluvial histórica y vital para la nación.

La NaturalezaBosques, ríos, y paisajes rurales.

El Río Haina y la naturaleza en su conjunto adquieren un papel de "testigo vivo" en la obra. Los ríos son descritos como "el alma de la tierra" y "redes de la vida" que dan sustento y conectan a las comunidades. El poema, al contrastar la fluidez y la permanencia del río con la fragilidad de la existencia humana, resalta el papel de la naturaleza como un elemento que trasciende los caprichos del poder político. El bosque, en la tradición simbólica, es un espacio de "mediación entre la tierra y el cielo" y un lugar de lo sagrado que se opone a la "historia lineal" de la sociedad. La deforestación de las laderas de las colinas, como la que se menciona en las políticas de Balaguer , se convierte en una metáfora de la destrucción del alma de la comunidad. El poema, a través de sus descripciones, se erige como una defensa de esta naturaleza sagrada y de la comunidad que la habitaba, estableciendo un diálogo entre la historia cíclica de la naturaleza y la historia lineal, destructiva, de la humanidad. El "catálogo de nombres" se convierte, en este sentido, en un intento poético de replantar un "bosque sagrado" de la memoria, un acto de restauración espiritual que desafía la violencia física del desalojo.

5. Conclusión: El Poema como Archivo de la Dignidad Humana

El análisis de "Nueve años de eternidad (1961-1970)" de Domingo Acevedo demuestra que la obra es mucho más que un lamento por la pérdida. A través de sus recursos poéticos, el autor construye una "contra-historia" que desafía la narrativa oficial del período de Balaguer. El poema transforma la "estabilidad" y el "progreso" de la época en una tragedia humana, exponiendo el costo social y emocional de las políticas gubernamentales.

La obra se erige como un archivo de la dignidad humana, donde la memoria dual, el catálogo de nombres y la figura de la matriarca son los pilares de una resistencia cultural. Al preservar los nombres y las historias de los desalojados, el poema les otorga una forma de inmortalidad que el poder político no pudo arrebatar. "Nueve años de eternidad" es un testimonio del poder del arte para dar voz a los silenciados y para asegurar que el dolor del desarraigo, lejos de ser un momento fugaz, se convierte en una parte indeleble de la memoria colectiva. Es una obra esencial para comprender la intersección entre la literatura, la historia y la memoria social en la República Dominicana del siglo XX.


Nueve años de eternidad (1961-1970)

 

Esta narración que pretende ser un poema trata de nuestro regreso a nuestras tierras después que fuimos desalojados por la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo en el 1959, después de su muerte en el 1961 volvimos a recuperar nuestro territorio, pero Balaguer nos desalojó nuevamente en el 1970 y ya nunca más pudimos volver a nuestra tierra, por eso el título nueve años de eternidad.

 

Hoy después de tanto tiempo nos queda la tristeza y la impotencia ante los abusos del estado y el no haber podido volver a la tierra que amamos tanto.

 

El regreso fue feliz

desenterramos nuestros sueños petrificados debajo de la tierra 

con nuestra alegría poblamos los espacios de la ausencia

y volvimos a correr por los caminos interminables del botao

a buscar mangos y aguacates en el fundo de la abuela Mama Tita

a levantarnos tempranito a buscar la leche donde el tío Juan de la Rosa

a buscar agua al hotel Embajador

volvimos a caminar por los senderos de los sueños

con el alma salpicada de lunas y estrellas

recuerdo las mañanitas frías

las horas memorables del rocío

nuestros viajes interminables hacia los amaneceres rosas de abril

las mariposas amarillas

el olor de las guayabas

mayo que tejía con sus hilos de plata los colores de la primavera

el relámpago

el rayo

el trueno

la lluvia

con diciembre llegaba la época del amor y la nostalgia

yo siempre me dejaba vencer por la melancolía

de esos días efímeros

adornados por las flores de pascua

el viento del norte que nos endulzaba el alma

con la tristeza de un siglo enlutecido por las guerras y el odio

mientras que en el cielo placido del invierno

la luna llena

amarilla y redonda

como una moneda

gastada entre mis ojos

la noche buena

la navidad

el año nuevo

el día de reyes

la prisa para que anocheciera

para irnos temprano a dormir

y poner debajo de la cama

la hierba de guinea para los camellos

el vaso de agua

la menta verde

el cigarrillo crema

y el papelito con los deseos

para los reyes magos

el desvelo

y al otro día

la decepción

debajo de la cama no había ningún juguete

los reyes no pudieron entrar

León asustó a los camellos con sus ladridos

y siguieron de largo 

nos quedaba la inocente tristeza

de no entender porque no teníamos

un juguete como los demás niños

porque ellos sí

y nosotros no

era tanta la impotencia

que no advertíamos

la tristeza de nuestros padres

que desesperados nos decían

no se apuren niños

la vieja Belén pasará

con algún juguete de lástima para ustedes

después de tanto tiempo

todo nos parece tan hermosamente triste

El camino real

por donde mi niñez aún se pierde en la sinuosidad del tiempo

buscando entre los recuerdos y la distancia

sobrevivir a la nostalgia

que después de más de un siglo

 de ausencia

nos hiere el alma

con los cuchillos tristes de la impotencia.

la Jefrat

Mata Hambre

el hotel Embajador

el campo de golf

el colegio Valentín Salinero

Maprica

Borronoso

La carretera de Caliche

La sub estación eléctrica de la avenida Rómulo Betancourt

entre la Francisco Soñé

con Defilló

recostada en la mata de flamboyán

que aún conserva bajo sus sombras

los recuerdos más lejanos de mi infancia

la vieja plantica

como la llamaban los habitantes de la Esperilla

es una referencia histórica

de aquella época en que la familia vivía unida

a la tierra en el amor y la solidaridad

la Esperilla

el camino real

el colmado de Birín

el almacén de Amarante

que estaba ubicado donde está hoy el BHD

en la Núñez de Cáceres con 27 de febrero

la pequeña escuela

el viejo maestros

que cuando Andrés Longo

se emborrachaba lo hacía huir

y tenía que dormir en el monte

doña Ericka

la esposa del embajador de Alemania en el país

que siempre nos agradeció aquel gesto de Pepe y Ñoño

que encontraron a sus dos hijos perdidos

en el campo de golf del hotel Embajador

y se lo entregaron sanos y salvos

las monjitas de la nunciatura

siempre tiernas y cariñosas

sor Refugio

sor Milagros

sor Inés

el seminario que estaba entre la avenida 27 de febrero

y la avenida Bolívar

donde hoy está la Pontificia Universidad

Católica Madre y Maestra

el padre Mancilla

los monaguillos

la misa

las catequistas

el catecismo

el bautizo

la primera comunión

hemos crecido tanto

que ya todo es desilusión

y nostalgia

los profesores

Rafael

Digna

Carmen

Eligio

Estervina

Héctor

María

que nos enseñaron de una forma

muy distinta a la que ya conocíamos

a leer

escribir

y contar

pero que no pudieron con su sabiduría

aunque lo intentaron

evitar que destruyeran el bosque

y con él

una parte importante de nuestras vidas

porque cada árbol

cada hoja

cada animal

cada ave

cada insecto

cada piedra

cada sendero

cada palmo de tierra

estaba íntimamente ligado a nuestra existencia

hoy

después de tantos años

sólo nos quedan los recuerdos de aquella época

resumida en nueve años de eternidad

los días fúnebres de la guerra de abril

el miedo

la tristeza

el desamparo

la muerte

el llanto

el luto

la rabia

la patria herida

el patriotismo

Bulo con sus borriquitos

repletos de sacos de carbón

perdiéndose en el olvido

el ensanche Quisqueya 

la calle 18

el colmado de Inoa

los Bajos

la tierra de doña María

la privada

por donde el sátrapa solemnemente

paseaba en silencio su crueldad

Cato

Celia

Ovidio

Chéche

La clínica de Zaiter

en donde las personas encontraban la calidez

de los afectos

de un médico dedicado a curar a los pobres

Bebe leche

Guancho

Enrique

Mariquita

José Pozo

Tatica Soler

Belen y Francisca las parteras que con sus manos maravillosas

hacían posible que la vida ya concebida por Dios

brotara del vientre de las madres abandonadas en el olvido

Elio

Billigo

Coquillo

Poche

Grillin

los Dendenes dueños de las madrugadas y el rocío

Esteban

Moncho

Lolita

Rosita

el viejo Magaleno

Genoveva

Isabel la mamá de Antonio

que en enero

después de reyes

para la vieja Belén

cruzaba el horizonte

regalando juguetes y ternura

a los niños pobres

Pepé el Loco

Cohete

Juanita Creta

Luis Vaquero

Mallen y Doble Tapa

heridos por los puñales de la tristeza y el desarraigo

todavía deambulan por las calles de la ciudad

buscando el origen de sus vidas perdidas

en los absurdos parajes de la miseria

Fermín

Fabio

Blanca Nieves

El friero

Miñimiñi

Julio que con sus manos de alfarero 

hacía panes de ternura 

que repartía en las madrugadas

a los fantasmas de la ciudad

para mitigar el hambre de toda la vida

Bertilia

Víctor Enrique

la tía Aurora

Aladino

todavía Diego y canina

todos los días

llegan tempranito a casa

con el olor del rocío pegado en la piel

a buscar un poco de café

para luego seguir su camino

hacia los conucos

en donde la primavera

florece en sus corazones

como evidencia

de que los días de hambre

quedaron en el olvido

Mangula

Folla

Minó

Juan Ballenilla

Papá Goyo

Piringo

El maestro ingles

desterrado de su país 

y condenado a vivir en esta tierra

en donde murió sin más gloria que el olvido

Juana su esposa

abandonada

y sola

con sus hijos

José Menkis

León

Julian

Fernelis

Raquel

Celsa

Rebeca

que por más que buscaron en su interior

no pudieron encontrar el camino de regreso a sus orígenes

y se quedaron en la isla

prisioneros del tiempo y la nostalgia

mirando tristemente

como la ausencia consume los sueños

La tía agustina

El tío Alberto

Doña Lola

Mamucha

Silvio el hijo de Minta

Chacho que lo curaba todo con sus botellas

hechas con hojas y raíces del bosque

Subendo

la tía Tatín

Juan de la Rosa

el abuelo Ismael

la vellonera de Andrés Longo

con aquellas canciones de Niní Cáfaro

eternizándose en las noches tristes de nuestra ausencia

Taína

Minimito

Guillermo

Juan Barriga

Ninito que todavía cabalga despacio

por el camino de los atardeceres

hacia donde la abuela Mamá Tita

lo espera con los brazos abiertos

Quiquita

Titín el barbero

Tiro

Domingota

mi madrina Zoila

la laguna de Manganagua

que atesoraba entre sus aguas el alegre chapoteo

de las tilapias y las jicoteas

Damiana la Patana

Mario el tuerto

Majenga

Pulía

el pley a dónde íbamos a tirar piedras a la luna

Popó Candela

Ramón Nolasco

Ramonita

Enrique Paniagua

Mandinga en su soledad

todavía camina triste por el camino real

hacia ninguna parte

Salvadora

Juanita Tiro

la tía Eufemia

Caquín el zapatero plebe remendón y borrachón

José Morocota

Eusebio

la vieja Tiesa

Altagracia y Mambo

que llegaron de no sabemos donde

a quedarse con nosotros para siempre

a compartir la ternura

y los sueños de la vida

resumidos en el amor a la tierra

Juan Caco de Yuca

Felimón

Chuchú

Vía

La pulpería de Zira

la mamá de Fafa Taveras

sus medios hermanos

Pipí

Tirso

y Pichón 

Ulises su esposo

que alguna vez nos paseó a todos en su vieja motoneta

por las calles de fantasía de la ciudad

alegre de más allá de la alborada

mi padrino Higüeyano

Chenchita

el tío Gugú

Palilo

Brito el policía amigo

que después de la guerra

en esa época oscura de terror y muerte

de los 12 aos

cayó abatido

víctima de la violencia política

en una calle de Santo Domingo

Isidro el caballo

Fabrí

Cheo

Yoyo

Andresito el compadre de papá

que vivía en Hatillo

San Cristóbal

que se dejó morir de tristeza

cuando supo de la muerte de su hijo

a manos de no se sabe quien

Rosita

Flora

Pipí

Miche

Eduviges que cuando supo que tenía que irse

para siempre de sus tierras

se dejó morir atropellada por un vehículo

En la avenida 27 de Febrero

frente a Manganagua

María de los Ángeles

Felipe y Pimpa

Joaquín la Flecha

Josefita empeñada siempre

en esconder detrás de un disfraz varonil

sus atributos de mujer

Pichao

Guaroita

El tío Pichón

Blanco

el tío Vallejo

solitario y tierno

vagando por la tierra que lo olvida

con su saco llenos de sueños y ternura

tocando puertas que hace siglos la vida le cerró para siempre

el tío Rafael

Amantina

Felipito

Sergio

Enrique

Papo

a donde se fue Sesen 

a morir entre los recuerdos de la guerra patria

el olvido

y sus sueños inconclusos 

El Café

Herrera

El Palmar

Engombe

Bayona

Manoguayabo

Guajimia

Sus aguas rumorosas y cristalinas

en su lento camino hacia el río Jaina

todavía serpentea alegre en nuestros recuerdos

llena de peces

jaibas

y camarones

Helena

Juana

Toñita

Aura

Jovina

los edificios para maestros hechos por Balaguer

a final de la década del 1960

la Casa San Pablo

el Carol Morgan

el colmado de Elupina

la Rómulo Betancourt

sus luces de neón

nos embrujaron de tal manera

que no nos dimos cuenta que marcaban nuestro destino

el final de una época en que compartimos la vida y los sueños

abrazados al amor y la ternura

la felicidad de poder correr por el monte hasta alcanzar el cielo

las nubes

la luna

y las estrellas

cuando despertamos

de nosotros no quedaba nada

solo ruinas y tristezas

sobre los huesos calcinados y rotos del bosque

ya habían construido una ciudad

y nuestras huellas se diluyeron

entre la tristeza y la nostalgia del desarraigo

desde donde añoramos con dolor el tiempo vivido en la Esperilla

Gero

Nego

Pascuala

Yolanda

Altagracita

Juliana

aun repica en nuestra memoria

el ritmo frenético de las tamboras

que nos llaman del pasado

para que nos juntemos

en el presente

para que no se pierda en el tiempo

el legado de los abuelos

y para que no olvidemos tantas penas

y tantas alegrías

y amarremos nuestras lágrimas

y nuestras risas a los recuerdos

para hacer de ellos un motivo de vida

que en las noches alegres

cuando la luna brille

con todo su esplendor en el cielo

alrededor de la fogata

debajo de una ceiba

al son del repique de las tamboras

evoquemos en una danza

lo tristemente felices

que a pesar de todo

hemos sido

 

Domingo Acevedo.


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